- En un rincón de Benimaclet, en Carrer de Greses nº 4, se esconde una pequeña alquería del año 1870 convertida en Art Café: La Casona 1870.
- El espacio es visitado por sus tés, su coctelería o por su famosa “Agua de Beni”, cóctel exclusivo y registrado que solo podréis probarlo en La Casona y que recibe su nombre en homenaje al barrio.
El lugar que visitamos el pasado día tiene casi 150 años de historia en su interior (del año 1870 aunque su dueña nos dice que puede ser anterior), llegando incluso a nacer antes de que Benimaclet pasase a ser pedanía de Valencia en 1882. Si sus paredes hablasen, que lo hicieron para nosotros a través de las palabras de su dueña y de las fotografías que tomamos del lugar, contarían la historia de todo lo sucedido de sus habitantes y de este distrito hoy en muchas ocasiones olvidado. La calle donde se sitúa La Casona 1870, una antigua alquería en Carrer de Greses nº 4, aún conserva vestigios de otra época, como las preciosas casas modernistas que se sitúan muy cerca de ella y que las convierten en parada obligatoria. Pero, desgraciadamente, no se puede evitar mirar el resto de la calle para ver desentonar por completo lo que os hemos comentado.
El progreso trae consigo en muchas ocasiones que se pierda el respeto por la arquitectura de antaño. Por suerte, y que mejor ejemplo que La Casona 1870, los hay quienes intentan reconvertir un espacio histórico en un local digno de visita.
Su entrada, la cual llama poderosamente la atención a todo aquel que pasa cerca de ella, invita a descubrir un lugar que resulta bastante escondido pero que vale la pena visitar.



Desde el momento en el que uno cruza por su puerta, descubre que este pequeño rincón es distinto a todos, que es especial y único.
Nos recibe amablemente su dueña, Conchita o Conchín para los amigos, de la cual nos habla y nos cuenta parte de la historia que en ella habita. La conversación, agradable y amena, fue cargada de sentimientos mientras el lugar nos hipnotizaba por completo con la historia que La Casona esconde, un lugar que transmite energías de otros tiempos y de, seguramente, personas que vivieron en la casa.
Nos cuenta que La Casona abrió sus puertas y su corazón en abril del año 2005, habiendo sufrido enormemente, como todos, la crisis que hemos pasado. La casa, que siempre ha sido legado de su familia y originalmente con el mismo nombre, fue en inicios una edificación rodeada de huerta y sin casas a su alrededor, siendo la primera de la calle. Nos señala donde nació ella y, con emoción y sentimiento, nos cuenta todo tipo de detalles de cada rincón mágico de este lugar, del cual nos enamora su chimenea, su ventana que da al patio exterior, un pequeño rinconcito en un patio interior o sus vigas de mobila.



Su padre, un escultor de la época que incluso participo en restauraciones del Arco del Triunfo de París (piezas de su composición en la restauración), dejó como legado una casa con carácter hoy convertida en un Art Café, pionera desde su apertura, que acoge tertulias, mini conciertos, conferencias, charlas y eventos culturales y de otra índole para aportar más valor a su visita. Pero no solo podemos disfrutar de estas cosas en La Casona, ya que en una de nuestras observaciones nos llamó la atención un rincón lleno de libros y que, en efecto, preguntamos su finalidad.
<<Nos encanta que la gente pueda disfrutar de una pasión como la lectura con una de nuestras propuestas o con su libro favorito en uno de nuestros rincones y degustando alguna de las especialidades de la casa>>.

Pero para que La Casona naciera y abriera sus puertas en 2005 no fue tarea fácil. La antigua alquería incluso llegó a estar en venta, aunque Conchín supo que no debía de hacerlo. <<Fue como si algo me impidiese hacerlo y no me lo hubiera perdonado jamás>>. Su padre dejó en el interior de la casa un mensaje, y homenaje, íntimo y muy personal para la posteridad, para que ella supiese qué no debía hacer con la casa: venderla.
En el proceso de apertura hubo que adaptar los 3 baños por normativa, llegando a tener guiños con el medio ambiente y con lo que fue el lugar, una alquería llena de huerta. Es un ejemplo de respeto con el medio ambiente. <<Hasta el agua de la lluvia se recicla e incluso no tiene ninguna barrera arquitectónica>>.
Solo recuerda historias de las generaciones más cercanas a ella y que ha conocido en la casa, tales como sus abuelos maternos, sus padres y ahora ellos, que regentan la alquería como local pero quien sabe lo que deparará a La Casona en el futuro.
<<La Casona es también un legado a mi hijo quien la heredará y la volverá a cerrar al público para hacerla suya, como el hogar privado que siempre había sido hasta que se nos ocurrió la idea de «compartir» este espacio tan singular y con un encanto muy especial para las almas sensibles a la belleza, a la armonía, a la tranquilidad, a la autenticidad de su época, al respeto de sus antiguos moradores y su historia>>.
No podemos evitar fijarnos en todo su valor arquitectónico, resaltando sus «picos de golondrinas» del tejado, sus vigas de mobila, sus techos abovedados o rincones que nos hacen ver claramente que esta casa es de otro siglo.

Finalmente, después de una agradable charla y tomar una de sus ricas especialidades (un té), nos marchamos de este lugar del cual nos ha encantado la historia que en ella se oculta y que solo sus habitantes saben…Y es que, queridos amigos, todo queda entre “Inmaculadas”, divina patrona de La Casona…
Artículo obra de Rubén Tapias
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