Una historia que ha marcado un antes y un después
Fue en el año 1604 cuando el Rey Felipe III crea el condado y lo otorga a D. Luis de Castellar y Vilanova, descendientes de la familia de Ramón de Castellá, venidos desde Lleida de la mano de Jaime I en su conquista. Se unen de esta manera a su mandato, los dominios de Bicorp, Benedriz y Quesa, que quiso bautizar como Villa Castellar en honor a su apellido, pero tras el posterior declive y ruina del condado, los foráneos le volvieron a llamar Quesa, que es el nombre que en la actualidad conserva la población, recuperando el de sus orígenes moros que la llamaron Queixen, que traducido quiere decir “azotado por los vientos del poniente”.
En 1609, el Rey ordena la expulsión de los moriscos, y el conde escribe al Rey, pidiéndole tenga a bien conceder el indulto a los moros residentes en la Villa, ya que constituían un volumen importante de la población y eran los que trabajaban las tierras. El favor no solo no se concede sino que los dominios del conde junto con las tierras de la Muela de Cortes, se convierten en el último reducto de resistencia mora en España, sufriendo las posesiones del conde, un importante expolio a cargo de los sublevados que muestran una dura resistencia haciéndose fuertes en la partida de Las Pedrizas.
A finales del siglo. XVII, bajo el reinado de Carlos II, una terrible epidemia de peste bubónica o peste negra, arrasa la villa, dejando solamente con vida a algunos miembros de la familia de los García. Se cierra la iglesia y se trasladan los vasos sagrados a Bicorp para su custodia a la espera de la repoblación. Los García, resistiéndose a abandonar la villa, invitan a familias de otras poblaciones cercanas a que vengan a vivir a Quesa, procurándose alimentos y alojamiento. Cinco años después, el día 14 de febrero de 1695, se recupera la reserva depositada en Bicorp, llegando en romería desde la vecina población. Así pues, cada año, llegada esta fecha, recordamos este hecho, celebrando un fin de semana repleto de actos cargados de sentimiento.