En los bajos de un edificio construido en 1920 según catastro, muy cerquita de la iglesia San Nicolás y a pocos metros de la plaza de la Virgen, en la plaza del Horno de San Nicolás, se ubica el que está considerado como el horno más antiguo de la ciudad de Valencia: el horno de San Nicolás, desde 1802 en funcionamiento. La curiosidad, como en otras ocasiones, además del buen olor, nos pudo para detenernos ante un horno que, de casualidad, conocimos.
Para conocer los orígenes de este histórico comercio hay que remontarse siglos atrás. La coincidencia del nombre de la plaza con el del horno es, sin embargo, pura casualidad, ya que en realidad debe nombre al desaparecido Forn de la Pietat, anterior al actual horno, y, por tanto, antecedente del Horno de San Nicolás que hoy se puede visitar, el cual dispone de un precioso rótulo cerámico en la fachada y un retablo cerámico de finales del XIX en el interior.
El nombre de plaza del Horno de San Nicolás, tal y como nos cuentan desde callesyplazasdevalencia.blogspot.com.es, se halla mencionado en una providencia del Mustaçaf del año 1692, aunque, como ya hemos comentado, tomó esta plaza el nombre de un horno que existió antes del actual, y que se conoció como de la Piedad, bautizando también a la plaza como “del Horno de la Piedad”, porque este horno tenia encima de la puerta una pintura de la Virgen con Nuestro Señor difunto en los brazos, que se colocó en 1740.


De igual manera, la tradición hornera de la zona se remonta al medievo, pues en la cercanía de donde hoy se dispone el comercio histórico se encontraba el horno que pertenecía a la abadía de San Nicolás, así como unas desaparecidas caballerizas que habían en la plaza del Doctor Collado, donde hoy se sitúa el Café Lisboa.
A pesar de que el origen de la panadería se remonta a principios del XIX, este debió de estar situado en un local desaparecido, bien sobre el actual edificio construido en 1920 o en la misma plaza, donde además, tal y como se comenta en el libro de Comercios Históricos de Valencia, no se tiene conocimiento de la relación de propietarios hasta el año 1879, perteneciendo en ese año a Teodoro Alambillaga, donde cinco años más tarde pasaría a manos de Miguel Domingo y, en la última década del XIX, a ser propiedad de Antonio Ferrandiz, quien a principios del XX abandonaría el negocio para instalarse en Guillem de Castro, estando a punto de desaparecer el horno. Fue gracias a Joaquín Alonso, quien adquiere el establecimiento, para que el horno no desapareciese, pasando a manos de Vicente Bellver en la década de los 50 del pasado siglo. La relación de los últimos y anteriores propietarios desde Bellver, hasta el actual gerente desde 2010, Ramón Chinillach, un maestro panadero de Paterna con el que pudimos hablar, fue Manuel Jardí y, posteriormente, Juan Descalzo, quien estuvo tres décadas al frente hasta su jubilación, momento en el que el paternero toma las riendas.

Llama poderosamente la atención un retablo cerámico original del siglo XIX, en el interior del horno, con un San Nicolás y con la fecha de 1883 con San Nicolás, el cual muchos confunden con el año de origen del horno, siendo, sin embargo, el año de la creación del panel cerámico y no de la fundación del horno, que puede observarse en la fachada del edificio: 1802.



El horno, en la actualidad, sigue funcionando de manera artesanal, con horno a gas natural y realizando pastelería y pan tradicional, en horario de ocho de la mañana a ocho de la tarde -empanadillas, cocas caseras (como la de pasas y nueces), rosquilletas de llavoretes, panquemao o la tradición de la piuleta i el tronador por Sant Donís, por mencionaros algunos productos, forman parte del Horno de San Nicolás-. Ramón nos comenta que, quizás, es el horno mas escondido de toda Valencia, y que todo, absolutamente todo, se fabrica de manera artesanal en su horno, tanto el pan, como la bollería o la pastelería, incluso el pan de molde, que tenía una pinta estupenda. Nuestra curiosidad nos puede y le preguntamos por el paso de horno de leña a gas natural, por aquello del pan de leña. Nos explica que la problemática de la leña reside en la regulación que existe, dado que se necesita una leña regulada y no se puede coger una leña cualquiera del campo, además de que se necesita lavahumos y una zona separada del obrador, por los parásitos que puede contener la leña, todo ello para cumplir la legislación.


Seguimos conversando sobre la historia del lugar y nos comenta que en el pasado el horno pasó épocas flojas, como todo el barrio. Atrás quedaron los problemas de hace décadas en materia de seguridad, donde incluso tenían que haber varios trabajadores por las tardes. Ahora, sin duda alguna, el boca a boca es lo importante para este pequeño horno que puede pasar desapercibido.
Nos comenta también que a pesar de que es muy difícil fidelizar clientes y que él busca que el cliente tenga buen pan, trasladando el concepto de horno de pueblo. En el barrio lo saben, y por eso le conocen muy bien. Hay, incluso, quienes se desplazan hasta el comercio para comprar en el establecimiento, a pesar de que puedan pasar por la puerta de otros hornos o tengan que andar un poco. Incluso nos comenta que hay negocios que le compran pan en menor cantidad y tiene menos ventas, pero no porque no lo necesiten, sino porque su pan, al día siguiente, sigue como el día anterior debido a su calidad, pudiendo aprovecharse entero.
Hacen también bombones, incluso preparan, los fines de semana, arroz al horno, muy demandado por clientes de la zona, sobre todo por el retén de policía y bomberos, además de que, entre semana, realizan otras comidas caseras para llevar para vecinos del barrio: cuscús los lunes; musaca los martes; macarrones los miércoles; pollo al horno los jueves; y los viernes solomillo con salsa de champiñones. La nota curiosa, para acabar, es que podríamos estar hablando de un horno de barrio de un pequeño pueblo, pues presta a los vecinos y clientes habituales la cazuela con el arroz al horno, que días más tarde le devuelven. Pero no queridos amigos, estamos en Valencia capital, en una histórica plaza y hablando de un horno que bien merece mención para conocer su historia y por la labor de Ramón en recuperar la cercanía y calidad de la tradición hornera.
ANOTACIÓN: Cabe mencionar, sin embargo, que el edificio podría ser de 1883 o cercano a esa época, a pesar de la referencia catastral sobre el año de su construcción. Esta certeza viene fundamentada por dos motivos: el primero el retablo interior, de 1883; el segundo es porque se menciona que desde 1891 hasta la fundación del diario El Pueblo, Vicente Blasco Ibáñez vive justo encima del horno, en el numero 5 de la plaza del horno de San Nicolás. Quedamos a la espera de resolver estas dudas en un futuro cercano.