- El centro de cultura contemporánea presenta el ciclo de cine ‘¿De qué se ríen en Europa? compuesto por 21 títulos pertenecientes a 12 países europeos, 16 de ellos inéditos en España.
- Del 16 de julio al 8 de agosto de 2020, cada noche a las 22:00 horas –de martes a domingo– se podrá disfrutar, con acceso gratuito mediante reserva, de una programación en versión original con doble subtitulado, en castellano y valenciano.
- La programación completa puede verse en el PDF de CCCC Cinema de estiu 2020.
- Es necesario el uso de mascarilla para ver cada pase, lugar donde hay control de aforo y se respetan todas las medidas de seguridad.
El Centre del Carme Cultura Contemporània de Valencia (ubicado en calle Museo nº2 de Valencia), retoma el humor y revitaliza las noches de verano con un nuevo ciclo de cine de comedia europea. ‘¿De qué se ríen en Europa?’ insiste en el género e invita nuevamente a un divertido viaje por el viejo continente, del 16 de julio al 8 de agosto de 2020, en el claustro gótico del Centre del Carme.
Para la semana del 20 al 27 de julio de 2020, el CCCCinema d’Estiu del Centre del Carme viaja a la Grecia de los años ‘50, la Yugoslavia de los ’80 o la República Checa de los ’90 y se detiene en la que está considerada como la obra maestra de uno de los grandes del cine, Willi Forst con ‘Maskerade’ rodada en la Alemania de 1934.
El ciclo de comedia europea ‘¿De qué se ríen en Europa?’ que ofrece el Centre del Carme cada noche, de martes a domingo, realiza un repaso por la historia del cine en Europa a través de uno de sus géneros más genuinos.
Willi Forst es un cienasta legendario que aúna la sagacidad de Ernst Lubitsch con el virtuosismo coreográfico de Max Ophuls. Sus películas fueron versionadas en Inglaterra y Estados Unidos, mientras él persistió en quedarse en su Austria natal.
En el cine de Willi Forst, un paseo por la ciudad puede narrarse siguiendo una sombra, o un melodrama victoriano puede sacudirse con un azote sexual, ése que se adivina en los rostros de los actores o golpea fuertemente al espectador desde el fuera de campo. Al situarse siempre en el ángulo más insospechado, la cámara que emana un fulgor inesperado recuperando algún momento exquisito de la vanguardia de los 20.
‘Maskerade’ pertenece a un género austriaco, wiener film (película vienesa), que combina comedia, romance y melodrama y transcurre en la Viena de finales del siglo XIX y principios del XX.
Según el crítico cinematográfico Daniel Gascó, coordinador del ciclo “como los micrófonos de aquella época eran poco sensibles se acercaron en principio a los actores, pero proyectaban sombra. Así que se ocultaban en todo tipo de objetos: sillones, estanterías, jarrones, y los actores se veían obligados a hablar alto incluso en secuencias de intimidad” y añade que “su extraordinario guión fue premiado en la 3ª edición del Festival de Venecia. Un año antes de que ‘The Great Ziegfield’ ganara el Óscar a la mejor película, Robert Z. Leonard dirigió un remake de ‘Maskerade’, que llamó ‘Escapade’ (1935)”.
‘Maskerade’ se proyectará el domingo, 26 de julio pero antes será la griega ‘Mia zoi tin ehoume’ (Sólo se vive una vez, 1958) la que abra este martes una semana de cine en el Centre del Carme.
En Grecia el humor no se confunde con la risa. Sin ir más lejos, este clásico imperecedero de su cinematografía se considera una sátira amarga, una fábula alegre de dimensiones existencialistas y alcance universal, por eso mereció mejor suerte y cruzar sus fronteras. Pero el destino quiso que estas imágenes, cruzadas irónicamente por barrotes, nos lleguen ahora conservando su mismo impacto. Atención a ese duelo interpretativo entre la bella Yvonne Sanson, musa de los films de Raffaello Matarazzo, y Dimitris Horn, considerado el mejor actor de su generación.
Su director y guionista, Yorgos Tzavellas es reconocido como el cineasta griego que mejor abordó el neorrealismo, con una obra que estuvo marcada por una época en el que el país atravesaba grandes penurias económicas. Esta fue la producción griega más cara hasta la fecha. Cuando el productor Philopimen Finos leyó el guión quiso que fuese un éxito internacional y no dudo en inyectar una fuerte inversión.
Como curiosidad, Gascó ha destacado que “toda la parte de la fuga amorosa está inspirada en la “Peregrinación a la isla de Citera”, cuadro célebre de Jean-Antoine Watteau”.
El miércoles 22, llega a la pantalla del Centre del Carme ‘Maratonci trce pocasni krug’ (Maratón familiar) producida en la antigua Yugoslavia, en 1982 y que parece predecir su desaparición.
‘Maratonci trce pocasni krug’ se adelantó casi una década a la desintegración de su país. Del mismo modo, que su protagonista larguirucho comparece en casa del muerto antes de que el cuerpo se enfríe, se vislumbra el deceso de Yugoslavia. Pero hay otra muerte traumática que se aborda en este curiosísimo film: la del cine mudo. “Las imágenes del asesinato del rey Alejandro I de Yugoslavia que se ven al principio son auténticas. Ocurrió en Marsella en 1934 y fue uno de los primeros homicidios inmortalizados por el cine” explica Daniel Gascó. La película explosiona al estilo Arthur Penn (‘Bonnie and Clyde’) anunciando ese género gangsteril que popularizaron las productoras americanas.
El jueves, 23 se podrá ver Knoflíkáři (1997) de producción checa y dirigida por Petr Zelenka. Si el cine de Zelenka resulta extremadamente singular es porque plantea cuestiones que nadie hasta entonces había formulado.
En ‘Knoflíkáři’, medio siglo después del lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima se pregunta: «¿cómo expresaron su impotencia y rabia los habitantes de la ciudad masacrada si el idioma japonés carece de tacos, insultos e improperios? Una respuesta que rastrea Zelenka, en diferentes puntos de Praga a partir de unos personajes extravagantes que sintonizan una emisora de radio que se hace eco de la conmemoración.
Según Gascó “este film te sumerge en un universo absurdo que denuncia tangencialmente lo que para los checos ha supuesto vivir en un estado comunista. En Polonia se estrenó 8 años después. En España, sin embargo, se presenta y proyecta por primera vez en este ciclo”.
‘Voksne mennesker’ (Dark horse, 2005), que se podrá ver el próximo viernes 24, es la consecuencia natural de haber rodado ‘Noi, albinoi’ (2003), pues se trata de la cara B del mismo disco. Si ‘Noi el albinoi’ se rodó en color, aunque en Islandia la paleta de colores es muy fría y limitada, su director, Dagur Káry prueba con el blanco y negro para rendir homenaje al cine de los ’60. El cineasta abandona su país glacial por una Dinamarca soleada, circunstancia que celebra imponiendo una lente loca, desenfrenada, curiosa y surrealista al objetivo de la cámara, siguiendo los deliciosos compases de Slowblow, el grupo de música garaje que lidera el propio cineasta.
‘Microbe et Gasoil’ (Microbio y Gasolina, 2015) que se proyectará el sábado 25, es la película más reciente del ciclo esta semana. Se trata del último largometraje de Michel Gondry. El film narra con extrema gracia y convicción la peripecia descabellada de Théo y Daniel, quienes se unen en la búsqueda de nuevos horizontes. Lo maravilloso del asunto es que el mundo se ha vuelto tan absorto y absurdo que todo empeño existencial es posible, ahora que los mejores relojes son imaginarios o que el primer soplo de libertad se experimenta cuando el móvil se pierde o deja de funcionar.
Daniel Gascó destaca que “para contar esta historia de dos jóvenes que viven en su mundo, Michel Gondry tuvo referentes como Zazie en el metro y Pipi Calzaslargas y añade que “toda la parte que precede al viaje es muy autobiográfica: cuando eres adolescente y todo parece posible en tu imaginación. Ese sueño que narra seguidamente como una “road movie”.
Ciclo de comedia Europea
El cine de verano del Centre del Carme arrancó con fuerza la semana pasada, colgando el cartel de completo en todas sus sesiones. Hasta el 8 de agosto se ofrecen 21 películas de la comedia Europea, muchas de ellas inéditas en España, en versión original con doble subtitulado, en castellano y valenciano.
Las proyecciones cuentan con aforo limitado y con acceso gratuito mediante reserva, con una programación en versión original con doble subtitulado, en castellano y valenciano. La programación completa puede verse en el PDF de CCCC Cinema de estiu 2020.
PELÍCULAS DEL CICLO:
La rigidez de los números
Sometido ese sondeo veloz que arrojan webs como IMDB o Filmaffinity, el ciclo de este año arroja un dato curioso: se inaugura con la película peor puntuada (5’9/5’3), Mon pire cauchemar (Mi peor pesadilla, 2011), frente a un film yugoslavo tan descacharrante como emblemático Maratonci trce pocasni krug (Maratón familiar, 1982), que tiene una media escalofriante (9 en IMDB) tras haber sido votado por 14.000 usuarios.
Dejando atrás las cifras, el título con el que arranca el ciclo tiene el encanto de reunir por primera y única vez a un cómico incendiario como Benoît Poelvoorde con una gélida Isabelle Huppert, una combinación explosiva que Anne Fontaine (Coco Chanel) impuso para resolver un guión punzante, cuyo recorrido emocional hubiese sido improbable con otros actores. Y, por supuesto, inaugurar con una película ubicada en el mundo del arte en un espacio museístico tan acogedor como el que ofrece el Centre del Carme. Circunstancia que se repite con Ich und Kaminski (Yo y Kaminski, 2015), una visión vampírica que Wolfgang Becker (Goodbye, Lenin) vierte sobre un crítico que quiere absorber al último bastión de la gran cultura, un alumno nonagenario de Matisse, amigo personal de Picasso.
Amantes del disfraz
Contra la resignación o la posibilidad de abandonarse, queda siempre el maquillaje, la artillería posticera o un cambio radical de vestuario. Que se lo digan sino a Arsenio Lupin, ese mítico ladrón de guante blanco que muta, empatiza y engaña en las situaciones más insospechadas. Fue en manos del mítico cineasta Jacques Becker (La evasión), quien hace un uso magistral del technicolor, cuando recibió el espaldarazo del público. Sólo en Francia, acudieron tres millones de espectadores a ver Les aventures d’Arsène Lupin (1957), estrenada en nuestro país pero hoy muy olvidada. Un film que conecta con una de las grandes sorpresas del ciclo: Vrchní, prchni! (¡Camarero, huye!, 1981), asombrosa joya del cine checo en el que su protagonista, un librero acuciado por varias pensiones alimenticias, se verá obligado a transformarse. Una circunstancia que se repite en otra obra también fundamental de la cinematografía checa,
Knoflíkari (Botoneros, 1997), en la que un maquillador de TV que combina su trabajo con el de taxista ofrece muestras de su atrezzo. Pero sin duda el más osado de ellos, el más duro combatiente del disfraz es Quentin Crisp, capaz de exhibir su esencia femenina en la Inglaterra homófoba que va de los ’30 a mediados de los ’70 del pasado siglo. The naked civil servant (El funcionario desnudo, 1975), sigue siendo el film más magnífico que haya producido la BBC y significó la consagración de un actor: John Hurt.
Maskerade (1934): una obra maestra absoluta
Al descubrir esta joya, más de un cinéfilo se preguntará: ¿cómo es posible que ese cineasta vienés llamado Willi Forst, que combina la sutilidad y elegancia de Ernst Lubitsch con el sentido coreográfico de Max Ophuls siga siendo ignorado por tantas Historias del Cine? Y la respuesta más frecuente que hallará es que ese es el precio que pagaron aquellos cineastas germanos que no huyeron a Hollywood en tiempos de nazismo. Desde su propia trinchera, Forst construyó una obra rompedora, nada indulgente en su forma y totalmente ajena a la euforia de su tiempo.
Rastros de sangre
Mario Monicelli se preguntaba por qué Monica Vitti, una actriz con tanta vis cómica, insistía en esos personajes alienantes del cine de Michelangelo Antonioni. La ragazza con la pistola (1968) contrastaba la Sicilia ancestral con ese Londres moderno que el mismo Carlo di Palma había fotografiado en Blow-up (1966), territorio e idioma que veía incapaz de entender y traducir ese absurdo italiano llamado «delito de honor». Por más que se vean envueltos por unas imágenes en B/N, los personajes de J’ai toujours rêve d’être un gangster (Siempre soñé con ser un gángster, 2007) también se encuentran caducos persiguiendo metas, huellas y marcos criminales del siglo pasado. Todo lo contrario que Atak paniki (Ataque de pánico, 2017), que transcurre entre dos explosiones físicas y morales que limitan ese retrato de Polonia ombliguista al borde del infarto ahora que es plenamente capitalista y ha caído presa de las redes sociales y demás trampas y nuevas formas de escapismo que nos impiden afrontar la realidad.
En tierras de España
Un año antes de emprender su trilogía sobre Japón, Doris Dörrie siguió en ¿Bich ich schön? (¿Soy Linda?, 1998) las desventuras de doce personajes teutones en los paisajes luminosos de España. Como Michael Winterbottom en Trip to Spain (2017), la directora alemana concluye que nuestro país es el refugio idóneo de todos aquellos que precisan interrogar su identidad. Entre su nutrido elenco extranjero, asoma en sus imágenes el actor Juan Diego Botto.
Bienvenidos a la tragicomedia
No hay que confundir la risa con la comedia. Países como Portugal, Grecia o Rusia, consideran que el elemento trágico es consustancial a este género. Yorgos Tzavellas lo deja muy claro en Mia zoi tin ehoume (¡Sólo se vive una vez!, 1958), pieza clave del cine griego que retrata su país como una cárcel, más fatigosa y llena de servidumbres que las verdaderas. Otar Iosselliani, sin embargo, se salta todas las leyes, ésas que nos obligan y paralizan, en Iko shasvi mgalobeli (Érase una vez un mirlo cantor, 1970), animando esos tiempos muertos a los que habían condenado al protagonista.
Un broche de oro
El ciclo desembocará en uno de los desenlaces más álgidos que se recuerdan. Una secuencia de despegue y desprendimiento de este frecuentemente previsible y tedioso planeta. Ils se marièrent et eurent beaucoup d’enfants (Se casarán y tendrán muchos hijos, 2004) pondrá un punto final estratosférico a este recorrido por la comedia europea.