Las bases, depósitos o casetas coheteras, coeteres en valenciano, siguen presente en diversas poblaciones de la provincia de Valencia y, en general, la Comunitat Valenciana. Hace años, existían personas encargadas de realizar función en alguna base de éstas disparando los cohetes granífugos para la lucha antigranizo, casetas que integraban un sistema de pararrayos y un anclaje para el dispositivo de lanzamiento o sistema de disparo.
La página de Facebook Declarar – BCIN les Coeteres está intentando conseguir la declaración de las coheteras de la Comunitat Valencia como Bien de Interés Cultural (BIC), la máxima figura jurídica de protección del patrimonio histórico en nuestra tierra, en concreto en la categoría de lugares de interés etnológico -se denomina lugar de interés etnológico a los bienes inmuebles, los parajes, conjuntos arquitectónicos, construcciones o instalaciones, y espacios que alberguen o constituyan, hayan albergado o constituido, exponentes de formas de vida, actividades, modos de producción, vivienda, sociabilidad y otras manifestaciones de la cultura del pueblo-. En Cataluña, desde hace años, sí existe preocupación por este tipo de antiguas construcciones, ya que fue presentada la declaración de las coheteras del delta del Ebro como Bienes Culturales de Interés Nacional en la categoría de Zona de Interés Etnológico (ZIE) –podéis ver el BOE pinchando aquí-.
En el siguiente enlace de Facebook, PINCHANDO AQUÍ, podéis ver una bellísima entrevista de uno de los últimos coeters.
Esta declaración garantizaría la preservación y restauración de esas edificaciones que se remontan al año 1960 y que forman parte de la historia y del entorno paisajístico de los arrozales, naranjales y huertas en la Comunitat Valenciana, cuya finalidad y tarea era la de depósito y disparo de las líneas de fuego con cohetes granífugos de lluvia provocada para el programa de defensa antigranizo, llevado a cabo tanto para arroceros por la Mutualidad Arrocera de Seguros de la delegación de Valencia, Hermandades de Agricultores y Cámaras Agrarias para proteger también las cosechas de naranjas del pedrisco.
El administrador de la página de Facebook mencionada, e impulsor de la declaración de protección de este patrimonio en peligro, nos comenta que hay una gran historia detrás de esas bases coheteras, y que de momento tiene encontradas 90 en diferentes municipios, pero que le falta registrar otras tantas, unas 98, más o menos, por lo que cree que hay un total de 200.
Para aquellos que se pregunten, como curiosidad, el haber escuchado disparos en la Albufera de Valencia, decir que estos tiros al aire son de cañones y petardos que tienen como finalidad ahuyentar aves y patos para evitar que, justamente, devoren sus cosechas.
El mejor artículo y documento para conocer al detalle las bases coheteras, que funcionaban a cargo de regadores, hortelanos y caseros de las distintas partidas donde se ubicaban y que heredaron de sus mayores, es el artículo del año 1994 de don Alfonso Rovira para el Diario Digital de Alzira el Seis Doble, https://www.elseisdoble.com/vernoticia/9096/estampas_y_recuerdos_de_alzira_124brcohetes_que_no_llegan_a_la_luna, titulado “Estampas y recuerdos de Alzira (124). Cohetes que no llegan a la luna. Cuando se aproximaba la nube, entraban en acción procurando que los cohetes estallaran dentro de la parte delantera de la misma”.
El artículo dice así: “En el mes de septiembre de 1967, tiempo después del verano en que mayormente se forman las tormentas portadoras de granizo, tuve el privilegio de disparar el primer ensayo de cohetes granífugos de encendido eléctrico que me brindó el director técnico Luis Domingo Huarte. Fue en el huerto de San Jorge, en la partida del Plá de Corbera, junto al barranco de la Murta, donde estaba instalada la base de disparo número 158 de la línea tercera.
Recuerdo que aquel día nos acompañaba Bernardo Magraner Torres, con una representación rusa de la defensa antigranizo, que venían a la Ribera del Xùquer para ver las experiencias en esta modalidad de combate contra los elementos atmosféricos. Nos comentaba el visitante soviético que en su país usaban piezas de artillería del ejército para disolver las nubes portadoras de granizo.
La Agrupación de Hermandades de la Ribera para la Defensa Antigranizo fue creada en los primeros años de la década de los sesenta; estaba integrada por 19 pueblos que formaban una agrupación de cámaras bajo la presidencia del vicepresidente primero de la Cámara Local Agraria, Bernardo Sanjuan Clari, con los vocales Octavio Dáries Vergara y Juan Bautista Caballero Torres.
Se defendían del granizo con cohetes cuya cabecera contenía yoduro de plata, 307.045 hanegadas de regadío y 30.582 de secano a través de 189 bases de disparo, de las que 31 pertenecían al término municipal de Alzira. Estas casetas donde se guardaban los cohetes y demás enseres, es una pequeña edificación con pararrayos. En el interior, alineados se situaban los cohetes para ser utilizados y un estante para materiales y unas cajas para las cabezas, de yoduro de plata. A unos metros de la caseta, sujeto al suelo con cemento, se hallaba el tubo de disparo, de hierro hueco donde era colocado el cohete. Los servidores de la base iban ataviados con traje protector de reglamento, compuesto de casco, impermeable y botas altas de goma, estando siempre dispuestos a entrar en acción. Para ello seguían todos los días la predicción del Servicio Meteorológico de la Base de la III Región Aérea de Levante que a través de Radio Alzira se emitía todos los días a la una y media del mediodía y a las diez menos cuarto de la noche. Había noches, a la madrugada, que al tiempo que se escuchaban los truenos de aparatosas tormentas se percibía seguidamente el sonido de la explosión de los cohetes granífugos que, por otra parte, eran eficientes.
El meu iaio Paco Fuertes Soler «el moreno», també disparava en el terme de Berca i durant moltíssims anys, ja que era el regador de les terres que abasta les dues partides i que estan entre els dos termes, el d’Algemesí i el d’ Alzira, junt a la creu coberta. Jo recorde quan tenia només de 10 anys una vesprada-nit de tronada, que junt a mon pare, anarem a disparar un parell de coets a la caseta destinada a tal efecte. Recorde la gran emoció vaig sentir aquell dia i la inclemència del moment.
«Los servidores de la base iban ataviados con traje protector de reglamento, compuesto de casco, impermeable y botas altas de goma, estando siempre dispuestos a entrar en acción».
Respecte açò, l’únic que recorde era que el meu iaio duia un impermeable tot de color verd, compost de pantalons i xaqueta i unes botes d’aigua altes o catiusques, amb un barret que més pareixia un barret dels de bomber de l’època. Records per a no oblidar.
El Net, comentari a https://www.elseisdoble.com
Los disparadores eran guerreros bien adiestrados, preparados por el técnico Luis Domingo Huarte, que pertenecía a la Federación Sindical de Agricultores de España para la defensa antigranizo. Nos hacía gracia como calculaban la distancia de las tormentas desde el punto donde se encontraban. Contaban cocodrilos —un cocodrilo, dos cocodrilos…— desde que se divisaban los relámpagos, hasta escuchar el trueno; cada tres equivalían a un kilómetro aproximadamente, y si habían contado hasta nueve, se suponía que la tormenta se hallaba a unos tres kilómetros, por lo que tardaría en llegar a la base unos tres o cuatro minutos. Cuando se aproximaba la nube, entraban en acción procurando que los cohetes estallaran dentro de la parte delantera de la misma, que es donde existen corrientes de aire ascendentes.
Sigue leyendo en https://www.elseisdoble.com/