- El precioso patio del Embajador Vich, ubicado en el interior del Museo de Bellas Artes, es un claustro renacentista que fue reconstruido e inaugurado en 2006. A pesar de que tenía que haber sido inaugurado en 2005, distintos problemas demoraron su apertura.
- Para reconstruir y restaurar el patio, donde Bancaja e Iberdrola patrocinaron la intervención aportando 450.000 euros cada entidad, se emplearon las piezas originales depositadas en el antiguo Convento del Carmen, el Patronato de Bellas Artes y en Ciutat Vella. En los trabajos de recomposición, se incluyeron la restitución de la fuente de Valldigna y la colocación en el lapidario anexo al edificio del rosetón gótico original de la Catedral de Valencia. El que fuera director del Museo San Pío V por entonces, Fernando Benito Doménech, además de ser uno de los principales expertos sobre esta joya arquitectónica del renacimiento, fue quien impulsó «la vuelta a la vida del patio del Embajador Vich».
- La reconstrucción del patio del embajador Vich fue inaugurada el 7 de julio de 2006 con la exposición «El embajador Vich: el hombre y su tiempo», y un concierto de música profana y religiosa de los siglos XV y XVI interpretado por parte de la Capella de Ministrers y el Cor de la Generalitat. A pesar de esto, el patio, sin embargo, demoró su apertura, del todo, al público mucho más tarde, hasta mediados de agosto, habiendo anteriormente una presentación para autoridades y periodistas el 6 de agosto.
- Para realizarla fue necesaria la autorización del Gobierno central, titular del entonces llamado San Pío V (hoy Bellas Artes), que no llegó hasta el 29 de abril de 2004. Fue entonces cuando la Consellería, por medio de David Serra, prometió su inauguración para 2005, pero aquello se demoró porque las obras no salieron a concurso hasta octubre de 2004.
- El patio perteneció al Palacio del Embajador Vich, un edificio que se ubicaba en el barrio de Sant Francesc y que se situaba en la actual calle del Embajador Vich, entre la «Rinconada de Federico García Sanchíz» y la «Plaza Rodrigo Botet». El palacio fue uno de los primeros edificios renacentistas de la Península Ibérica, estilo que se introdujo desde Valencia.
La historia de este patio, un precioso espacio con tonos claros y vacío las dos veces que lo hemos visitado (al igual que sucede con el Museo de Bellas Artes, un recorrido por el que caminar y disfrutar del arte e historia con mucha tranquilidad) se remonta muchos siglos atrás. Conviene situarse en Valencia en lo que fuera el Refectorio y la Sala Capitular del antiguo Convento del Carmen (hoy Centre del Carme) donde se encontraban impostados unos restos arquitectónicos de una exquisita labra renacentista en mármol de Carrara, así como también en el Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V (hoy Museo de Bellas Artes de Valencia), donde se almacenaban en un espacio exterior más elementos arquitectónicos que se sumaron a los anteriores, siendo ambos conjuntos pertenecientes al desaparecido patio del palacio del Embajador de Vich.
El resultado fue lo que hoy en día se puede observar en el interior del Bellas Artes: el precioso patio del Embajador Vich, donde, además de los restos procedentes del convento del Carmen y las piezas que había en el Museo de Bellas Artes de Valencia, algunas tuvieron que ser esculpidas de nuevo en un patio en el citado Museo
El primer dato cronológico documental en que consta la construcción del palacio, que se ubicó en la calle que hoy lleva su nombre, es del año 1527, aunque cabe tener una fecha anterior que aporta Mercedes Gómez-Ferrer en «El cardenal Guillem Ramón de Vich y las relaciones entre Roma y Valencia. a comienzos del siglo XVI»:
13 de agosto de 1526, ante el notario Francesc Vilar se hace constar que se pagaba «poralgeps molt per a la obra de la casa vestra», referencia que adelanta mínimamente la fecha y que plantea una obra larga y compleja. Se trata de una transacción entre don Jerónimo de Vich y unos algepseros, a los que había vendido dos mulas a cambio de yeso para la obra de su casa, algeps molt per a la obra de la casa vestra, firma como testigo del acto ante notario el carpintero Ludovicus Munyos (Luis Muñoz), importante maestro en el primer cuarto del siglo XVI en la ciudad de Valencia, autor de destacadas obras renacentistas como el órgano de la catedral, numerosos retablos y otras obras de carpintería y escultura.
La primera representación gráfica data de 1704, cuando aparece dibujado en el plano de Valencia de Tomás Vicente Tosca, donde se aprecia alguna de sus arquerías del patio dado que, en el anterior de Antonio Manceli de 1608, tan solo se observa la volumetría del palacio.

En el anterior plano se observa «la plaza de la Pelota», que en la actualidad es el tramo desde la “Calle Barcelonina”, con Moratín, hasta la “Plaza de Mariano Benlliure”, que antaño también estuvo con el femenino de “les corredores”, que eran aquellas mujeres que intermediaban en contratos laborales entre personas y parece ser que fueron numerosas en su tiempo, tal y como nos cuenta Salvador Raga en calleshistoricasdevalencia.blogspot.com.es o como también podemos observar en otro plano de época (parte central superior).

En este último plano se observa también, paralela, Mascons, hoy llamada Gascons.
Además de estos datos, afortunadamente existe un trabajo de delineación, de los tiempos en que José Fornés era estudiante de arquitectura en la Academia de Bellas Artes de San Carlos (1801), que consta de dos dibujos, uno de un alzado sección del patio y las galerías perimetrales con planta baja, planta primera y desván y el otro con detalles de dos elementos constructivos y parte de la planta baja.

Del año 1840 aproximadamente, se observa un grabado de la imprenta Agencia de España que estuvo instalada en el palacio desde 1839, en el que aparece una vista del interior del patio. También de 1860, un año después de la demolición del palacio, data un grabado de Cecilio Pizarro que se publicó en la revista “El Museo Universal”, que permite apreciar una aproximación al aspecto de la portada y parte del interior del patio.

A finales del año 1859, se derribó el palacio, y gracias a la mediación de la Academia de San Carlos pudieron salvarse las piezas de mármol del patio depositándose la mayor parte en el Convento del Carmen, entonces sede del Museo de Bellas Artes.
Al igual que tantos otros edificios históricos de Valencia, el palacio fue demolido durante el siglo XIX, conocido como el «periodo más dramático en la historia de Valencia» por los grandes atentados contra el patrimonio histórico que se cometieron.
En 1999, en una excavación arqueológica llevada a cabo por la arqueóloga Fina Marimón, en el solar resultante de la demolición del edificio de viviendas que se construyera a finales del siglo XIX tras la demolición del palacio, apareció, además de información sobre las posibles trazas de la planta, una de las basas de alabastro de la portada del palacio, junto con fragmentos de mármoles tanto de canteras locales, como de importación procedentes de Italia.
Estos restos se conservan en el Museo Arqueológico. En 1860, la Academia decidió colocar seis columnas de mármol, de forma provisional, en el zaguán de acceso al Museo que ya funcionaba en el Convento. Esta operación fue ejecutada por el arquitecto Salvador Escrig. El arquitecto Pascual Sanz Barrera debió conocer la mayor parte de los dibujos y grabados referidos anteriormente del patio del palacio, con cuya información elaboró en 1909 la primera propuesta gráfica de reconstrucción del patio, recogida en tres láminas, que incluyen la portada, una sección transversal y una longitudinal (ver siguiente imagen).
Con esta última, por primera vez se ofrece una visión de la composición de la panda lateral del patio. Estos diseños estaban perfectamente proporcionados, ya que se basaban en los dibujos de Fornés, en los que aparece una escala gráfica con palmos valencianos. En ambos casos, se ajustan perfectamente a la realidad como más tarde hemos podido comprobar. Los arquitectos Luis Ferreres y Francisco Almenar, que a principios del siglo XX manipularon los restos del patio en un ejercicio de eclecticismo estilístico, debieron conocer los dibujos de Pascual Sanz, pero propusieron simplemente la recolocación museográfica de algunos elementos de la planta baja, instalando en el Convento del Carmen, entonces Museo de la Ciudad, una de las serlianas y las restantes columnas que soportan parte de las dovelas de los arcos.


Cabe mencionar que, durante la Guerra Civil española, muchas de las piezas del patio que habían sido integradas en otros edificios de la ciudad, se trasladaron al San Pío V donde permanecieron durante décadas.
La distorsión arquitectónica fue doble ya que, en primer lugar, debieron falsear la solución de arranque de los arcos sin el concurso de los salmeres -reconstrucción ésta irreconciliable con la más mínima intención de aproximar al espectador a una solución formal renacentista-, y sin atención al ensamblaje de los elementos ni a las proporciones de la planta del cortile, hasta el punto que reinventaron dos columnas falsas que no pertenecen al palacio y remontaron todas las piezas sobre pedestales de piedra caliza que confunden la altura original.
Las restantes piezas de mármol de Carrara, sobre todo, las ventanas de la primera planta, continuaron almacenadas en el mejor de los casos. La distorsión arquitectónica que se produjo fue doble por cuanto, en segundo lugar, se destruyeron dos espacios góticos muy importantes del gótico valenciano: la Sala Capitular, cuyo cerramiento con el Refectorio fue demolido para impostar la serliana, y el propio Refectorio donde se abrieron huecos entre los contrafuertes para alojar las columnas y los arcos, apareciendo unos nuevos habitáculos a modo de capillas laterales, que nada tienen que ver con el espacio cerrado de este tipo de edificaciones góticas. Se tienen noticias de la existencia de ambos espacios ya en 1377. Sin duda en el momento de la impostación descrita no se valoró suficientemente este Monasterio de la Orden del Carmen, que se comenzó a construir en el año 1281.
Un equipo de investigadores de cuatro universidades (la Católica de Murcia, las Politécnicas de Cartagena y Valencia y la Universidad de Murcia) logró reconstruir más de un siglo después, con la ayuda de la tecnología digital, el palacio del Embajador Vich. El trabajo, que se publicó en el International Journal of Architectural Heritage, estuvo basado en un método científico-deductivo que ha podido extrapolarse a otras construcciones desaparecidas, desde entonces, con el fin de alcanzar una recreación fidedigna.

SOBRE LOS VICH Y SU HISTORIA:
Los Vich contaron con dos miembros de importancia excepcional en el desarrollo artístico a comienzos del siglo XVI en Valencia: el embajador Jerónimo de Vich y su hermano el cardenal Guillem Ramón de Vich. Familia noble ligada a la monarquía, a caballo entre Valencia y Roma, cuya particular red de relaciones y cargos públicos y religiosos, permitió la posibilidad de transferencia de objetos artísticos y elementos arquitectónicos entre ambas ciudades.
Quizá el capítulo dedicado a Jerónimo de Vich ha sido algo más estudiado desde la perspectiva de su importante papel político como embajador del rey Fernando el Católico y más tarde del emperador Carlos V. A este aspecto se ha sumado el interés por analizar algunas cuestiones relacionadas con el arte, como el palacio que se hizo construir a su regreso a Valencia, conocido como palacio del embajador Vich o algunos cuadros de su colección pictórica, firmados por Sebastiano del Piombo. Pero en este capítulo no se ha tenido suficientemente en cuenta que no fue el único miembro de la familia vinculado a Roma, sino que posiblemente contaría con la colaboración de su hermano, el eclesiástico y cardenal Guillem Ramón de Vich.
La familia Vich, procedente de Cataluña, se instaló en Valencia a raíz de la solicitud de servicios que extendió el rey Jaime I el Conquistador a su antepasado Guillem Vich. Don Jerónimo Vich, que nació en 1459, desde temprana edad estuvo al servicio del rey Fernando el Católico, quien en 1507 le encomendó la Embajada en Roma siendo Papa Julio II primero y posteriormente León X. No es de extrañar que conociera entonces las obras de quienes trabajaron para los pontífices y a sus propios artistas. Estamos hablando de Miguel Ángel, Rafael, Bramante, Peruzzi o Sangallo.
Miembros de una familia ligada desde antaño a la monarquía, su abuelo, Guillem de Vich ya había sido mayordomo y secretario privado del rey Alfonso el Magnánimo, al igual que su padre Luis de Vich que fue consejero del rey Juan II. Guillem Ramón de Vich, que alcanzaría tardíamente el título de cardenal de San Marcelo, nacido hacia 1460 era el segundo de los cinco hijos habidos en el matrimonio de Luis de Vich y Corbera con la que sería su tercera esposa, Damiata de Vallterra, hija del señor de Torres-Torres. Su hermano mayor, Jerónimo, nacido hacia 1459 fue embajador en Roma a partir de 1506 y hasta 1521, en que regresa a Valencia. Guillem Ramón fue también embajador temporal del cabildo valenciano ante el papa en la temprana fecha de 1495 y posteriormente residió en Roma desde su nombramiento como cardenal en 1517 hasta 1525, fecha de su fallecimiento.
Esta presencia alternativa de los dos hermanos entre Roma y Valencia durante más de 20 años, tuvo enormes consecuencias para la llegada de elementos renacentistas a Valencia, y dificulta extraordinariamente que podamos deslindar a uno de otro. No podemos separar su historia de forma rígida ya que a los lazos de sangre parecen unirles también intereses artísticos comunes.
Jerónimo y Guillem Ramón repitieron un esquema que solía ser habitual en las familias nobles de la época y que ya habían asumido sus antepasados. El primogénito dedicado a la política, como su padre, y el segundo a la carrera eclesiástica, como su tío de nombre también Guillem Ramón; teniendo en cuenta que esta división de funciones en su caso, embajador y cardenal respectivamente, llegaría hasta las más altas consecuencias.
Mercedes Gómez-Ferrer, «El cardenal Guillem Ramón de Vich y las relaciones entre Roma y Valencia. a comienzos del siglo XVI«. Para seguir leyendo la historia de los Vich, PINCHA AQUÍ.





HORARIOS DEL MUSEO DE BELLAS ARTES DE VALENCIA:
- Lunes: Cerrado (también los días 1 de enero y 25 de diciembre).
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- Miércoles 10:00 – 20:00 h.
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- Días con horario especial de apertura: 24 y 31 de diciembre, de 10:00 a 14:00 h.
COSTE O TARIFA PARA ENTRAR AL MUSEO:
- Entrada gratuita para todos los públicos en el horario de apertura.
UBICACIÓN DEL MUSEO:
- Calle San Pío V nº9 de Valencia
Fuentes:
- Revista «Loggia, Arquitectura & Restauración. Nº 12». Autoría: Salvador Vila Ferrer, arquitecto. La recuperación del patio del palacio del Embajador Vich (Valencia). La revista se publica bajo una Licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional. Universitat Politècnica de València – recuerda citar la autoría si tomas la misma información.
- Mercedes Gómez-Ferrer, « El cardenal Guillem Ramón de Vich y las relaciones entre Roma y Valencia. a comienzos del siglo XVI », in Frédérique Lemerle, Yves Pauwels et Gennaro Toscano (dir.), Les Cardinaux de la Renaissance et la modernité artistique, Villeneuve d’Ascq, IRHiS-Institut de Recherches Historiques du Septentrion (« Histoire et littérature de l’Europe du Nord-Ouest », no 40), 2009 [En ligne], mis en ligne le 15 octobre 2012, consulté le 19 juillet 2017.
- Calles históricas de Valencia, Salvador Raga.
- PATIO DEL EMBAJADOR VICH, http://valenciaapedacitos.blogspot.com.es/
- Patio del Embajador Vich
Fotos:
- https://valenciabonita.es/
Mil gracias por darnos una información tan detallada.
Me ha encantado conocer la historia de El patio del Embajador Vich.
Muchas gracias por tu comentario Julia. Un saludo