- Las zonas donde se sitúan ambas fuentes, cercana una de otra, son bonitos paisajes frescos y sombríos, por lo que son dignos de visita en cualquier momento del año. La visita es más que recomendable tras intensas lluvias por las sorpresas que os aguardan.
A las afueras de Siete Aguas, Valencia -una población llena de fuentes–, se encuentran dos pequeñas pero bellas zonas dignas de vista, sobre todo tras intensas lluvias, ya que tras fuertes precipitaciones, al día siguiente, sale en una de ellas una cascada y en la otra se forma el curso de un pequeño riachuelo o barranco.
El primer rincón es la Fuente La Gota, una fuente restaurada por última vez en el año 1962 y que cuenta con muchísimas propiedades medicinales: aguas bicarbonatadas, magnésicas y sulfurosas, estando indicadas para las enfermedades de la piel, el estómago y el riñón.
La fuente se halla en una cavidad arcillosa que toma el mismo nombre de la fuente, donde en épocas de mucha lluvia aparece una pequeña cascada que desemboca en la llamada rambla del Papán.
Justo al lado, y de factura mucho más moderna, se encuentra la Fuente La Roca, realizada de manera ornamental para dar servicio de agua a todos los visitantes que se acercaban a este paraje a pasar el día.

Para quien no lo sepa, las aguas de la Fuente de la Gota están declaradas aguas muy potables, bicarbonatadas, magnésicas, sulfurosas, litínicas y radioactivas según análisis químico en agosto de 1952, siendo muy indicadas para las enfermedades de la piel, estómago y riñón.
Nuestro segundo protagonista es El Papán, rincón localizado muy cerquita de la Fuente la Gota en el llamado Camino Natural del Turia-Cabriel, un paraje fresco y umbrío situado a las afueras del término municipal de Siete Aguas, Valencia. Se trata de una pequeña área recreativa que cuenta con bancos y mesas de madera para el descanso, una fuente que recibe el nombre del paraje y zona arbolada junto al cauce del barranco -barranco espectacular en épocas de intensas lluvias-.
Tal y como podemos leer en la cartelería de la zona, se trata de una zona con mencionadas características -fresca y umbría- debido, fundamentalmente, a la presencia de agua en el subsuelo que mana de la roca caliza del entorno, pero también por su ubicación en el fondo del barranco del mismo nombre, barranco del Papán, protegido de la insolación gran parte del día.
La rambla donde se sitúa el Papán representa una clara variación en el paisaje vegetal, de manera que el matorral de montaña es sustituido bruscamente por diversa vegetación, como el sauce, la adelfa, juncos o la menta de burro, entre otras. No faltan los chopos, omnipresentes en los medios húmedos humanizados.
También son visibles, al fondo, rocas muy verticales en forma de chimenea, rocas que se tratan, en verdad, de estratos de roca caliza que formaron parte de un pliegue y a los que el paso del tiempo y la erosión ha dado, curiosamente, esta forma tan particular.