- Visitables en cualquier momento por estar al aire libre, al igual que la cercana Cantera Romana de L´Énova, las carriladas necesitan de vuestro máximo respeto si las visitáis.
En L’Énova, en las coordenadas 39°01’56.7″N 0°26’55.6″W (39.032407, -0.448763) -tal y como pudimos comprobar en nuestra visita de marzo de 2021-, existen todavía huellas visibles en la piedra que guardan mucha historia y que son llamadas “carriladas”, unas marcas paralelas excavadas en la roca con las que intuir, fácilmente, la distancia entre ejes de lo que parecen ser ruedas de carros que por allá pasaron.
Efectivamente, estas marcas, fácilmente visibles y muy marcadas en la roca, son conocidas como las Carriladas Ibero-Romanas de L’Énova, hendiduras que conectan la villa romana que hay bajo los puentes del AVE, Villa Cornelius, con la cantera o pedrera romana cercana y con la Vía Augusta, conectando a su vez con toda la red de caminos del Imperio Romano que existió.
Las Carriladas Ibero-Romanas de L’Énova han sido producidas desde muy antiguo a causa del tráfico continuo que hubo con un tipo de vehículos, carros con bueyes concretamente, ya que se sabe que L’Énova fue una vía que unía transversalmente la ciudad de Saiti Ibérica (la posterior Saetabi Augustanorum o Saetabis romana, hoy en día Xàtiva) y Dianium (Dénia).
@valenciabonitaUna auténtica joya patrimonial en L’Énova, ##Valencia, unas carriladas romanas 😲 ##patrimonio ##roma ##romanos♬ Ben Hur – La Concordia de Vétroz & Bertrand Moren
Las carriladas están incluidas en nuestra ruta de Wikiloc de Senda Histórica-Paisajística de L’Énova, PR-CV 454, senda donde también visitaréis, entre otros puntos, la cantera romana. Podéis ver fotos de las carriladas y la cantera a continuación, en nuestra publicación de Instagram.
Ver esta publicación en Instagram
Tal y como podemos ver en la cartelería que allá se ha dispuesto, «se sabe que este camino de L’Énova se trataba, en realidad, de una bifurcación de la llamada “autopista ibérica” de la Via Heráclea o Camino de Hércules, camino que, posteriormente, los romanos rebautizaron como Via Augusta.
Cabe decir, sin embargo, que esta Via Heraclea no coincide al cien por cien con la autopista romana, ya que los romanos evitaban costes innecesarios en sus grandes trazados -esto es porque buscaban planicies e inmediata rapidez en sus conexiones viarias interurbanas que nacían y finalizaban en Roma, donde esto último podemos entender con aquello de “todos los caminos llevan a Roma”-.
Durante milenios, antes de la existencia de los rieles de hierro, la extracción de piedra y minerales se realizaba mediante carros tirados por bueyes, cuyas ruedas encajaban en las rodaduras excavadas en la roca. Algunos carros, dependiendo de cantidad de piedra, podían estar tirados por más de media docena de bueyes.
En L’Énova, las rodaduras iban desde la cantera hasta la costa, y en dirección opuesta hacia tierras del interior, esculpiendo así el camino que los carros, con las ruedas revestidas de hierro, recogieron desde el siglo I a.C. hasta el III d.C.
Las carriladas ibero-romanas de L’Énova presentan diferentes anchos, superponiéndose las romanas a las ibéricas. Cabe mencionar que gran parte de ese camino ya existía en época de los íberos, llamándose Via Heráclea, por tanto, estamos ante caminos sobre caminos, que van y vienen de todos los lugares del antiguo mundo».
