Noviembre de 1936. La Guerra Civil española había estallado. Por aquel entonces, el gobierno republicano ya se había trasladado a la que sería su nueva capital: Valencia. Un par de semanas antes, la ciudad de Valencia comenzó a establecer relaciones de hermanamiento y simpatía con Cataluña. Para ello, una comitiva valenciana se desplazó a la ciudad condal, donde en prensa de la época se pueden encontrar titulares como “la invicta Senyera valenciana, con todos los honores, fue izada en el balcón principal de la Casa de la Ciudad en Barcelona, en la plaza de Sant Jaume, donde se mantuvo erguida en todo momento tal y como manda la tradición”. Sonaron el Himno Regional Valenciano, La Internacional y Els Segadors. Como anécdota, la bandera la catalana y la republicana fueron transportadas por las escaleras interiores del consistorio catalán, respetando aquello de que la Senyera “no se inclina ante nada ni nadie”. Aquel fue uno de los actos de confraternidad valenciano-catalana que hubo, bajo el lema de “contra la lucha del fascismo internacional”.
Todos los actos de confraternización antifascista ocurrieron el sábado y domingo 17 y 18 de octubre de 1936, respectivamente, en Barcelona, liderados por Rodríguez Tortajada (presidente del Valencia C.F. por entonces y que una vez acabada la guerra estuvo preso en San Miguel de los Reyes) a beneficio de las Milicias y los Hospitales de Sangre. Aquel día, el 18, hubo un partido de futbol entre las selecciones de Cataluña y de Valencia, donde Valencia presentó un combinado de jugadores del Valencia CF, el Levante y el Gimnástico, todos ellos liderados por el entrenador por Eduardo Cubells. Perdió la selección valenciana por 2 a 0.
Pocas semanas después, el día 15 de noviembre de 1936, sería una representación catalana la que viajaría a la capital del Turia para realizarse los actos de hermanamiento, tributando un fervoroso homenaje en nuestras tierras, por todo lo alto, mediante diversos actos.

La representación catalana (política, cultural y deportiva) se trasladó a la entonces capital de España gracias a la invitación que recibió de Valencia. Numerosos periódicos de Barcelona se hicieron eco de aquellos actos al día siguiente, donde algunos titularon aquellos hechos de “mensaje de fraternidad de nuestros hermanos de raza, de lengua y de espíritu”.
Por aquel entonces la lucha republicana en Valencia, sobre todo desde el frente antifascista de Valencia, era sinónimo de la petición de un Estatuto de Autonomía propio que reconociera su independencia, y libertad, política y social.
La comitiva catalana llegó el sábado 14 de noviembre a las 9 de la noche a Valencia, encabezados por el consejero de seguridad interior, Artemi Aiguader; el subsecretario de la Presidencia, Martí Rouret; el secretario del consejero, el señor Dardalló; y el comandante de la Guardia Civil de Asalto, Arrando, entre otros.
Acto seguido, se desplazaron al hotel donde fueron recibidos por los representantes del ayuntamiento de Valencia, liderado entonces por el alcalde José Cano Coloma , un político de la Izquierda Republicana, y masón por cierto, que sería perseguido y juzgado, tras acabar la guerra, por el Tribunal para la Represión de la Masonería y el Comunismo (TERM). Las calles de Valencia estaban llenas de banderas catalanas que querían recibir a la comitiva venida desde Barcelona.
Lo que ocurrió aquel día, el 15 de noviembre, y al día siguiente, el día 16, es un hecho histórico que jamás puede que se vuelva a repetir. La prensa de la época, por ejemplo el diario “El Mercantil Valenciano”, decía entre sus páginas que:
“. . .dos pueblos hermanos se abrazaron. Cataluña ofrece su homenaje a Valencia para establecer lazos de la España antifascista. Nunca antes como ahora Cataluña no se ha sentido más española ni España más catalana, porque nunca como ahora la integridad del pueblo íbero no ha necesitado de este amor fraternal y nunca como ahora la libertad del pueblo no se ha visto amenazada. En estas horas graves, cuando la madre España necesita de todos los esfuerzos y de todos los sacrificios de sus hijos para salvarse del oprobio (deshonra pública) de un imperialismo salvaje, representado por unos generales traidores y sin honor, los pueblos de libertad y de la democracia representan el régimen que el mismo pueblo les dio, Cataluña, nuestra hermana, la más española de todas las regiones de Iberia, se ofrece toda a su sagrada madre patria y abraza con el ánimo lleno de amor a su hermana Valencia. Ayer fue nuestra ciudad (hablando de las semanas anteriores) la que llevo a Barcelona la expresión sincera de nuestro amor fraternal. Hoy (en referencia a la llegada del sábado 14 de noviembre), es Barcelona la que llega a nuestra ciudad para establecer sus lazos con la Región valenciana. Y nuestra ciudad vibra de entusiasmo en recibir, ayer, por la tarde, las expediciones catalanes. Nuestra salutación, nuestra bienvenida y nuestro abrazo fraternal. . .”.
El Mercantil Valenciano, 15 de noviembre de 1936
El teatro Apolo acogió, la noche del sábado 14 de noviembre, un festival en el cual asistieron todas las autoridades catalanas y los representantes de las valencianas, además de algunos representantes del gobierno oficial de la República española, que ya por entonces residía en Valencia la capitalidad.
A la mañana siguiente, tuvo lugar el acto de descubrimiento de la placa (lapida rotuladora) en la plaza que recibió el nombre de plaza de la Generalitat Catalana, que hasta ahora tenía como nombre el de Cánovas del Castillo. Mucho antes de la hora prevista del acto, la plaza estaba llena, abarrotada, un gran gentío se aproximó para dicho acto.
Toda la comitiva partió desde el ayuntamiento de la ciudad, desde la entonces plaza de Emilio Castelar, precedida de la Guardia Municipal montada con el uniforme de gala, encabezada por el señor Aiguader y el alcalde Valencia. En esta marcha hasta la todavía plaza Cánovas del Castillo caminaron, juntos, representantes de entidades políticas antifascistas y culturales de Valencia, con banderas valencianas (senyeras y estreladas (estrelladas), no confundir con esteladas), catalanas, republicanas y de todos los partidos políticos del Frente Popular.
Cuando toda la representación llegó a la plaza, el júbilo de la gente se hizo notar con los numerosos «viscas” (hurras) a Cataluña, Valencia libre y al Presidente Companys. En primer término, el secretario del ayuntamiento de Valencia leyó el acto del acuerdo, la cual decía:
“. . Llucià Burgos i Romero, oficial mayor de la Secretaría del excelentísimo ayuntamiento de Valencia, encargada accidentalmente de ella, certifico: que el excelentísimo ayuntamiento de Valencia, en sesión ordinaria celebrada el día 3 de abril de 1936, acordó que la plaza de Cánovas del Castillo se rotulara en adelante como de la Generalitat Catalana. Y para que conste y abra sus efectos, firmo en Valencia, el 14 de noviembre de 1936. . .”
(el acta fue firmada el sábado 14 de noviembre).
Acto seguido fue el consejero Aiguader el que descubrió la placa, a lo que las bandas municipales interpretaron Els Segaors, siendo escuchado con el puño en el aire por todo el mundo. Se repitieron los “viscas” a Cataluña, a la Valencia libre y al presidente Companys, donde acto seguido tuvo lugar el discurso del alcalde Valencia, Cano Coloma, el del consejero de Seguridad Interior, Artemi Aiguader, y finalmente el gobernador Zabalza, en representación del gobierno.

En acabar los discursos, las bandas municipales de Valencia, bajo la dirección de los maestros Lamote de Grignon y Aylon, dieron un concierto tras finalizar el descubierto de la placa, donde interpretaron el Himno de Riego, Els Segadors, el Himno Valenciano y La Internacional, todos muy aplaudidos entre el público asistente.
Inmediatamente después, las autoridades se desplazaron a Viveros, donde se celebró un concierto con la colaboración del Orfeón de Gracia y el “Esbart de Dansaires” entre otros.
Poco después del concierto, el consejero Aiguader, acompañado del subsecretario de la Presidencia Rouret, se dirigieron a la plaza de Benicarló, donde se celebró una larga y tendida conferencia con el presidente y ministro de la Guerra Largo Caballero, el cual, al parecer, continuaría como tertulia privada el lunes 16 de noviembre.
Había que reponer fuerzas después de tan ajetreada mañana, así que a las dos de la tarde, en un restaurante de la capital, se celebró el banquete oficial obsequio el ayuntamiento de Valencia, al que asistieron ambas comitivas y representaciones además de personalidades importanes.
Ya por la tarde, después de la comida, tendría lugar un acto deportivo: en el campo de Mestalla, lleno hasta los topes, se jugó la revancha del jugado anteriormente en el “camp de Les Corts”, entre las selecciones de Cataluña y Valencia. Esta vez la selección valenciana ganó 4 goles a 0, con goles de Goiburu (3) y Langarita.

Aquel partido tuvo como anécdota el saque de honor del capitán del barco ruso “Komsomol”, rodeado (como se puede ver en la foto que aquí se adjunta) de muchachas catalanas que vistieron traje de valenciana. El barco, que estaba atracado en la ciudad de Valencia, era un carguero que «supuestamente» suministraba armamento a la República, al parecer carros de combate y aviones, y que había realizado recientemente una descarga en Cartagena. Curiosamente, el mismo capitán ruso y su barco sufrirían, un mes después en diciembre, el hundimiento del barco.
Para acabar la jornada, la comitiva catalana se dirigió a las siete de la tarde a los locales del partido de la Izquierda Valenciana, donde fueron recibidos con gran entusiasmo. Aquel día hubo, según ambas prensas de época, valenciana y catalana, hermanamiento, donde el resultado del partido quedó en anécdota, fue lo de menos. Rescatando documentos de esta índole, nos damos cuenta de cómo cambian las cosas comparadas con la situación actual. Ahora, ya no existe dicha plaza, fue devuelto su nombre de “Cánovas del Castillo” justo después de la Guerra Civil española, la cual todavía hoy perdura, regentada, sobre todo, los fines de semana por gente que quiere cenar en los alrededores, dada la gran cantidad de restaurantes y ocio nocturno en esta zona.
Aquel cambió de nombre fue muy estudiado, ya no por el hecho de llamarla de la Generalitat Catalana, sino porque era un claro mensaje en época de guerra, dado que Cánovas del Castillo fue uno de los artífices de la Restauración borbónica, a través del denominado “canovismo”, una corriente política que tuvo por fondo la implantación de una democracia no revolucionaria y tradicional al modelo británico, la cual estaba sustentada en la monarquía, creía en el bipartidismo y la alternancia del poder. Aquella plaza con ese nombre, queridos amigos, no pegaba con la República.
Fuentes:
- Full oficial del dilluns de Barcelona: Número 570, (16/11/1936), pág. 8
- Mundo gráfico. 25/11/1936, página 11.
- L’Espurna : Portaveu del Bloc Obrer i Camperol de les Comarques Gironines (16/11/1936).
- El Mercantil Valenciano, 15 de noviembre de 1936
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