Palacio del Cid (Museo del Vino) de Requena
Una de las calles más antiguas de la Villa de Requena, la calle Somera, alberga un palacete muy especial que guarda en su interior el Museo del Vino de Requena. Y éste, aunque no sea así, podría ser un lugar especial sin más sino fuera por la leyenda que esconde, ya que según cuenta ésta, sobre este espacio se cimienta, siglos después, el palacio en el mismo lugar donde estuvo el Cid Campeador a su paso por Requena. Quien sabe si el Cid degustó el buen vino, entre otras cosas, por aquellas tierras.
El vino, gran tradición en la comarca, es parte de la gran historia que hoy puede visitarse en este espacio. Se sabe que mucho antes de la expansión del viñedo en la comarca, en la segunda mitad del siglo XIX, hay numerosos testimonios que aportan que Requena y el cultivo de la viña llevan siglos ligados. Por ejemplo, ya el Fuero de Requena, concedido por Alfonso X con la Carta Puebla de 1257, dedicó un apartado exclusivo a la guardia y custodia de las viñas ya existentes en los alrededores; otro dato es el de la obra de “L´Spill o Llibre de les Dones” (1455-1462), donde Jaume Roig habla de la uva Bobal destacándola entre otras variedades, donde os recordamos que la variedad Bobal, podría decirse, que prácticamente solo se cultiva en Utiel-Requena; también existen actas que conserva el Ayuntamiento de fechas entre 1520-1535, donde se muestra especial interés por la protección de las viñas y el vino.
A pesar de todas estas menciones, no será hasta 1651 cuando se tenga de manera clara y concisa el primer registro de viñas, donde se llegan a contabilizar un total de 715.660 cepas alrededor de Requena entre los diferentes pagos. Hacía finales del siglo XVIII, se tiene constancia de que la producción del vino en Requena era entorno a los 1.280.000 litros de vino, una cifra que aumentaría de manera considerable gracias a la llamada edad de oro, a finales del siglo XIX. Fue la fuerte demanda francesa y de otros países, la construcción del ferrocarril y de la Carretera de las Cabrillas y la capacidad de respuesta de la comarca de adaptación tanto a nivel industrial como a la demanda del mercado, la Bobal, la que supuso el gran despegue del vino en la comarca. Ya entrado el siglo XX nació el “cooperativismo”, antes de la Guerra Civil española, aunque en un principio se llamaron sindicatos agrícolas. No fue ya hasta los tiempos de posguerra, cuando a través de la Ley de Cooperación de 1942 los sindicatos pasaron a llamarse cooperativas. La época dorada de éstas fue entre 1954 y 1964, donde hubo un total de 36 cooperativas con más de 2000 asociados, en detrimento de las bodegas particulares, que fueron bajando en número considerable.
Hoy, Requena sigue siendo paisaje de viñas, tierra de vino, de larga tradición, y todo ello puede descubrirse a través de su historia, del lugar que presta para presentársela al visitante: el Museo del Vino.
El actual edificio, de estilo gótico del siglo XV construido con sillares de piedra, destaca por su alero en el exterior, los saledizos, los ajimeces, las grandes dovelas de la puerta o el blasón perteneciente a la familia hidalga requenense de los Pedrón que puede verse a su entrada. Fue restaurado en 2005 tras largos años de abandono y diferentes usos a lo largo de su historia, cambiando su fisionomía interior dependiendo de la época.


Se sabe que el edificio perteneció a los Pedrón por la documentación del Archivo Municipal, lugar donde se puede encontrar el testamento de Luis Pedrón de 1659. En época más tardía, se comprueba también un registro en el catastro del Marqués de la Ensenada en el año 1752.
Quien visita el lugar puede que no se percate de uno de los elementos añadidos para su visita, más allá de la riqueza interior que dispone, donde pueden encontrarse los procesos de la elaboración del vino, la historia de los requenenses ligada al arte de la vid, una preciosa cueva-bodega con utensilios de época y diferentes espacios con fotografías, una gran colección de botellas de vino y otras disposiciones que acompañan la visita para rescatar al usuario la memoria perdida de la Requena más vinícola.

Y decimos elemento añadido por las numerosas leyendas que le rodean, así como las calles cercanas a él, donde sí el caminante se deja llevar podrá descubrir e imaginar la historia a través de ellas.
Estas calles hacen referencia a las «mujeres de su vida», justo enfrente del Museo del Vino, marcan la historia del Cid más literario rotulado en aquellas esquinas. Y es que, como muchos sabréis, las hijas del Cid, en realidad, se llamaron Cristina y María, aunque el poeta del cantar las llame Elvira y Sol, tal y como aparecen en las calles

Si uno toma parte del cantar del Mío Cid, podrá leer en él lo que las calles nos quieren decir, ya que, según cuenta la leyenda, en Requena se sitúa la tradición la celebración de las bodas de las hijas de Rodrigo Díaz con los infantes de Carrión:
Cantar II, tirada 104:
“…el obispo don Jerónimo una misa les cantó.
A la salida de misa el rey a todos juntó:
«. . .Infanzones y mesnadas, condes, oíd con atención
el ruego que voy a hacer a Mío Cid Campeador,
que sea para su bien ojalá lo quiera Dios.
Vuestras hijas, Cid, os pido, doña Elvira y doña Sol,
para que casen con ellas los infantes de Carrión.
Me parece el casamiento honroso para los dos,
los infantes os las piden y les recomiendo yo.
Y pido a todos aquellos que están presentes y son
vasallos vuestros o míos, que rueguen en mi favor.
Dádnoslas, pues, Mío Cid, y que os ampare Dios. . .»
Como sabréis, la esposa del Cid fue doña Jimena Díaz, donde también puede verse su calle dispuesta junto al Museo del Vino. Según la “Historia Roderici” (o Gesta Roderici Campidocti), una crónica biográfica de Rodrigo Díaz de Vivar escrita en latín en el siglo XII, probablemente entre 1181 y 1190, doña Jimena fue sobrina del emperador Alfonso VI de León, del que el Cid fue “vasallo”.
Uno de los estudios más extensos de estas leyendas son las que recopila Fermín Pardo Pardo, natural de Hortunas, Requena, que es, además de uno de los principales expertos en música tradicional valenciana, conocedor de las tradiciones Requenenses y licenciado en Historia por la Universidad de Valencia.
En su estudio, en una pequeña parte de «Leyendas de la tradición oral en el campo de Requena-Utiel«, se puede ver las leyendas en relación al Cid Campeador (siglo XI):
«. . . Cronológicamente se localizan en el siglo XI y nos hablan de la estancia de Rodrigo Díaz de Vivar en Requena y su territorio. Según la tradición, el héroe castellano ocupó esta comarca juntamente con otras que habían pertenecido al reino musulmán de Valencia. En Requena y siguiendo la leyenda se entrevistó el Cid con el rey de Castilla Alfonso VI para solicitar su perdón y amistad. También en Requena sitúa la tradición la celebración de las bodas de las hijas de Rodrigo Díaz con los infantes de Carrión. Por otra parte el famoso episodio de la afrenta de Corpes del Cantar del Mío Cid y el romancero en que los infantes azotaron a sus esposas y las abandonaron como represalia contra su suegro se le sitúa en el antiguo carrascal de San Antonio, según unos y, según otros, en el paraje de Covarrobles, en el actual término de Fuenterrobles que fue aldea de Requena hasta el primer tercio del siglo XIX.
En relación con estas leyendas hemos de recalcar que en la calle Somera dentro del antiguo recinto amurallado de Requena conocido como Barrio de la Villa existe una casona con escudo y fachada de sillería conocida con el nombre de Palacio del Cid. No obstante, esta vivienda es mía edificación del siglo XV y que perteneció, según D. Rafael Bernabeu, a la familia hidalga requenense de los Pedrón. No sabemos si fue reedificada sobre los restos de otra mansión más antigua que pudiera haber pertenecido al Cid y servirle de vivienda en su legendaria estancia en esta ciudad.
Próxima a la actual ermita de la Sta. Cruz o de la Virgen de la Caridad junto a la cual se edificó el Cementerio Municipal en 1813 existió otra dedicada a San Bartolomé y en ella afirma la leyenda que tuvo lugar la ceremonia del casamiento de las hijas de Rodrigo Díaz de Vivar con los infantes de Carrión siguiendo la recomendaciones que el rey castellano Alfonso VI hiciera al Cid en su entrevista.
La imagen de la Virgen de la Caridad que se veneraba en la ermita de la Santa Cruz con anterioridad a 1936 era muy antigua, según el informe que sobre las ermitas de Requena hizo D. José A. Díaz de Martínez al obispo de Cuenca en 1860. Afirma este autor que popularmente se consideraba como regalo hecho por el Cid a esta antigua capilla del Barrio de las Ollerías.
Del carrascal de San Antonio, según cuenta la leyenda como lugar de la afrenta de Corpes, no queda rastro, pues muchos carrascales y pinares del extenso término fueron desapareciendo a lo largo del siglo XVIII y XIX para convertirlos en campos de sembradura de cereales y sobre todo para la plantación de viñas.
En cambio en el paraje de la Covarrobles en Fuenterrobles existe todavía la cueva rodeada de viñas. Es una especie de hoquedad situada debajo de un leve promontorio coronado por una capa de toba caliza y que ha sido utilizada en las últimas épocas como refugio de ganados o labradores que trabajaban en sus inmediaciones. Sobre este altozano existen restos de ladrillos, tegulae y cascotes de vajillas de la época romana seguramente correspondientes a una villa rural de aquella época.
Estos restos quizá han hecho mantener la leyenda a lo largo de los tiempos como nos lo demuestra D. Rafael Bernabeu en su Historia de Requena incluyendo una cláusula de un mayorazgo fundado en 1578 por el alcaide de Villa de Ves Alonso Parra ante el escribano Francisco Carrión y dice así: «ítem una heredad situada en Pozo Seco y Bottear (jurisdicción de Fuenterrobles, aldea entonces de Requena) en donde los Condes de Carrión haurían azotado a las hijas del Cid».
También nos recoge este fragmento Fernando Moya en el libro «Fuenterrobles. Memoria de un Pueblo» (1995) añadiendo que la Covarrobles está cercana a estos parajes citados en el siglo XVI. Después nos aporta como apoyo para la perduración de la leyenda en el tiempo que en las respuestas dadas por la aldea de Fuenterrobles al Estado en 1787 aparece lo siguiente: «Como también se halla al mismo poniente una cueva, la que llaman Cueva-Robles en la que se dice estuvieron presas las hijas del Cid, apresadas por los Condes de Carrión».
Por otra parte el nombre de Requena aparece citado en varios romances referentes a la vida del Cid, lo cual ha llevado a la tradición a seguir manteniendo como reales estos hechos aunque no existe ningún documento fidedigno con el que puedan afirmarse estos acontecimientos.
En relación con las correrías del Cid inserta Enrique Herrero y Moral en su Historia de Requena de 1890 la leyenda de la ciudad de Braila, población de la época musulmana localizada en el paraje de los Villares de Campo Arcís. Esta ciudad resistió el sitio a que la sometió el Cid e incluso recibió la ayuda de soldados del rey moro de Valencia, pero ante todos quedó victorioso el famoso guerrero castellano, adueñándose de la ciudad. Según Herrero y Moral el nombre de la aldea de Campo Arcís es una forma evolucionada de Campo del Cid, por el recuerdo de esta hazaña legendaria. Los restos de edificaciones del paraje de Los Villares de Campo Arcís que este mismo autor identifica como correspondientes a la Braila legendaria son en realidad vestigios de unas villas rústicas de la época romana, abundantes en el fértil llano de viñedos de esta partida. . .»
Palacio del Cid (Museo del Vino) de Requena, en Calle Somera, 13:
- (puede variar, consultar mejor precios y horario al 96 230 32 81 o a museodelvino@requena.es).
Fuentes:
- Palacio del Cid, Museo del Vino de Requena (visita «in situ»).
- LEYENDAS DE LA TRADICIÓN ORAL EN EL CAMPO DE REQUENA-UTIEL, Por Fermín Pardo Pardo
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