- Gracias a Esther Giménez, conocemos el conjunto histórico de Jérica (Castellón), declarado como BIC (Bien de Interés Cultural).
- Las calles y callejuelas del casco histórico de Jérica son estrechas y tortuosas, acentuándose más su irregularidad cuanto más cercanas a la zona del castillo, con claras reminiscencias árabes poco alteradas durante el medievo. La visita a su casco antiguo es el complemento perfecto a recorrer la Vuelta de la Hoz.
- El criterio para la declaración y protección de su conjunto histórico o casco antiguo, realizado a finales de 2004, fue la inclusión de los sucesivos recintos amurallados, así como diferentes edificios y espacios públicos de interés que pueden recorrerse, conformando todos ellos el casco histórico de la villa, incluyéndose el entorno del castillo hasta el río, de singular y alto valor ambiental y paisajístico.
La villa de Jérica se halla en la comarca del Alto Palancia, Castellón, en las estribaciones del promontorio rocoso cortado en la parte de poniente por el gran arco del cauce del río Palancia. Forma allí un precipicio casi inaccesible como muralla natural de la parte alta del castillo.
La población desciende escalonada y en semicírculos desde esta parte elevada hacia el valle y, durante mucho tiempo estuvo limitada en el exterior de su recinto amurallado más bajo por el camino real.
El conjunto posee un gran valor paisajístico, de gran pintoresquismo, conservando tanto gran parte de los restos de su arquitectura defensiva, como importantes edificios religiosos e interesantes muestras de arquitectura popular. Se puede relacionar por su desarrollo urbano a los pies de un castillo, con otras poblaciones castellonenses como Morella, Portell, Cervera del Maestre y Culla, entre otras.
El topónimo deriva del árabe شارقة (šāriqa), «falda oriental [de una montaña]». En documentos árabes aparece mencionada también como قلعة الاشراق (qalʿa aš-širāq), «castillo de los jerifes». Ha sido población muy importante en la historia de la comarca en determinadas épocas. A parte de los restos que indican la existencia de población en la prehistoria, hay abundantes muestras de intensa romanización, lo cual permite suponer la existencia allí mismo de algún asentamiento. En diversos puntos de la población y del término se han hallado numerosas lápidas romanas con inscripciones latinas, así como monedas y restos de cerámica. También existió un arco romano cuya ubicación exacta es desconocida. Posteriormente estuvo bajo el dominio árabe.
Fue conquistada el año 1235 por las tropas de Jaime I bajo el mando de Guillem de Montgriu, arzobispo de Tarragona. El año 1249 el rey otorga carta puebla y algún tiempo después la donó a Teresa Gil de Vidaura, creándose el señorío con dominio sobre varios pueblos circundantes y pasando a ser señor Jaime de Jérica, hijo del rey y de Teresa Gil. Desde entonces y hasta 1564 en que pasó al patrimonio real, el señorío y condado de Jérica sufrió diversas alternancias, siempre con vinculaciones a la casa real, de lo que los jericanos se preciaron siempre.
En diversas ocasiones se suscitaron incluso querellas ante la posibilidad de traspaso a otros señores que no agradaron a los vasallos y a lo que se opusieron, tales como la venta a Francisco Zarzuela en el siglo XV, o la cesión por Carlos V a los monjes de San Miguel de los Reyes. Todavía en 1707 Felipe V la donó al duque de Berwick.
La configuración actual de la villa es fruto de diversos acontecimientos que incidieron directamente en su trama urbana. Ésta se halla a su vez condicionada por la orografía del terreno donde se asienta y, ante todo, por el castillo en la parte alta del monte y con expansión en descenso por la parte opuesta al río.









Hasta mediados del siglo XVI se desarrollaron los tres recintos sucesivos más característicos del casco antiguo. Con posterioridad se edifican en ellos o extramuros algunos edificios singulares y se extiende la población en arrabales.
Las murallas. Recintos de la villa.
En el primer recinto se localiza el castillo, donde existen restos de antiguos muros y la torre del Homenaje o de San Juan; también se encuentra el primitivo templo (Ermita de San Roque) elevado según antiguos testimonios, sobre la mezquita.
De éste recinto quedan parte de los muros, tres torreones, uno, en la calle del Castillo de planta rectangular; otro, en la calle San Roque de planta circular y común a los tres recintos; y un tercero, que pasó a formar parte de la actual ermita.
El segundo recinto supone una natural expansión en descenso hacia la zona baja en la ladera del monte, como consecuencia del crecimiento en el tardo medievo, del afianzamiento y desarrollo de la villa. Incorpora la torre de las Campanas o de la Alcudia y su fortificación.
También en esta zona se conservan restos de muros, ocho torres, seis circulares y dos rectangulares, con dos puertas, la del Reloj y la de La Sala. Finalmente, vio todavía una nueva ampliación avanzado el siglo XVI, con ulteriores murallas y siete torreones, cuatro redondos y el resto rectangulares, a la cual pertenecen no pocos de los edificios con elementos singulares conservados tanto intramuros como extramuros.
Se conservan dos puertas, la de Los Arcos o de la Rocha del Hospital, derruida en parte por interceptar el trazado de la antigua carretera nacional y la puerta de San Joaquín y Santa Ana, ambas en torreones de planta rectangular.
Trama urbana y edificación.
Las calles son estrechas y tortuosas, acentuándose más su irregularidad cuanto más cercanas a la zona del castillo. Se extienden en sentido circular, siguiendo la línea amurallada unas, y transversalmente otras, con abundancia de costanillas.
Esta disposición posee claras reminiscencias árabes poco alteradas durante el medievo. Este complejo trazado de calles y callejuelas no ha sido alterado.
Los edificios más comunes son de carácter rural, en buena proporción humildes y sencillos, sobre todo en la zona superior. Los materiales empleados en la construcción son tapial, mampostería y ladrillo. La piedra se emplea más en edificios posteriores o representativos y públicos, así como en las puertas de la muralla.
Por lo general se trata de casas bajas unifamiliares, donde la planta baja se emplea para animales, la primera como vivienda y la superior como granero y almacén de cosechas. La entrada común, con arco de medio punto en ladrillo o forma adintelada. Abundan ventanas y balcones para los vanos y enlucidos en tonos claros y brillantes o encalado como pintura. En la zona media y baja, la estructura de la vivienda es la misma pero en edificaciones más dignas y sólidas.
Entre los edificios de arquitectura civil, singulares en su estructura o por razón de algún elemento destacable, como arquerías o portadas, podríamos señalar varias viviendas junto a la casita de San Roque, en las calles Horno Viejo, La Cambra, Maestro Puchades, Historiador Vayo, Rey Don Jaime, Zalón y Loreto.
A estas podríamos añadir la fuente y portada de acceso a una calle tras ella existente en la plaza Germán Monleón, extramuros. Existen varios edificios religiosos singulares; algunos destinados al culto y otros vinculados al ámbito religioso, pero sin destino actual.
La Torre de La Alcudia o de las Campanas ha sido declarada monumento nacional. Tiene base árabe y cuerpo superior mudéjar, construido en el siglo XVII. La ermita de San Roque en el primer recinto amurallado tiene un interés destacado.
Fuente principal:
- Este artículo es una obra derivada de la disposición relativa al proceso de declaración o incoación de un bien cultural o natural publicada en el DOGV Núm. 4.905 del 17/12/04, texto que está libre de restricciones conocidas en virtud del derecho de autor de conformidad con lo dispuesto en el artículo 13 de la Ley de Propiedad Intelectual española. Así mismo, este texto publicado el DOGV está basado en C.Pérez-Olagüe, basada en la obra de R. Rodríguez Culebras y en el estudio previo sobre la villa de Jérica.
Es un pueblo muy bonito y pintoresco, con unas rutas de senderos que te dan una visión de todo el entorno