- En la mitología griega, la Esfinge (en griego antiguo Σφίγξ, quizá de σφίγγω, ‘estrangular’) era una criatura mítica de destrucción y mala suerte, que se representaba con rostro de mujer, cuerpo de león y alas de ave. Según Apolodoro, la Esfinge era un monstruo con rostro y busto de mujer, patas de león, cuerpo de perro, cola de dragón y alas de pájaro.
- En el caso de las esfinges valencianas, se trata de dos figuras con cuerpo de león y rostro de mujer que van vestidas a la moda de la época, donde se puede observar en ambas un velo en el pelo, que cae sobre los hombros, y lo que parece ser una cinta cruzada y alrededor del cuello.
En uno de los accesos a la pasarela peatonal de madera del Pont de Fusta, en la marginal derecha del antiguo cauce hoy convertido en jardín y junto a la caseta o kiosco que hay cerca de las Torres de Serranos -en lo que llamaríamos las Alameditas de Serranos y, de manera más exacta, en las coordenadas 39°28’45.5″N 0°22’29.1″W en sexagesimal o 39.479295, -0.374745 en decimal-, existen dos curiosas esfinges que parecen vigilar el paso del viandante por este puente.
Las esculturas, realizadas en piedra y sobre una peana también de piedra, están colocadas una frente a otra en la mencionada ubicación desde mayo de 2012 -junto a uno de los accesos peatonales del puente tras la apertura de éste el mismo año-, ya que fueron restauradas, limpiadas y colocadas por el anterior consistorio dentro del proyecto de reordenación de toda la zona verde protegida y de la peatonalización del Puente de Serranos.
Las esfinges no siempre estuvieron ahí donde ahora se pueden ver. Antiguamente, en el siglo XIX, se situaban en el entorno del demolido puente peatonal que fue reconstruido en hormigón tras la riada de 1957 y que finalmente, con la actual fisionomía de pasarela peatonal de madera y carriles para vehículos, fue inaugurado en 2012.
Sabemos por la guía online y gratuita -editada en inglés, castellano y valenciano- para conocer el Patrimonio Histórico y Artístico del Jardín del Turia, que, aunque se desconoce el autor y la fecha de creación de estos monumentos, esta pareja de esfinges estuvo anteriormente colocada desde el año 1838 en las escalinatas de acceso a uno de los tramos de las Alameditas de Serranos, además de haber estado en el paseo que hay entre el puente de Serranos y el de la Trinidad, no en la que es su actual ubicación. Se sabe que durante el siglo XVIII era tendencia ornamentar los jardines con estatutarias de esfinges vestidas a la moda de la época, por lo que seguramente pertenecieron a una colección privada y estuvieron en algún jardín de algún palacete de la ciudad de Valencia antes de llegar al actual emplazamiento del Pont de fusta o al antiguo de las Alameditas.
Las dos figuras que custodian una de las entradas al denominado Pont de Fusta, sobre el antiguo cauce del Turia, en Valencia, han sufrido ataques vandálicos a lo largo de su corta historia en la actual demarcación. En 2017 los rostros fueron pintados de negro. En agosto de 2014, una de ellas sufrió ya una pintada similar, e incluso se le colocó un gorro de plástico.
La historia del Pont de Fusta se puede ver con todo detalle en https://incofusta.com/el-pont-de-fusta/, donde cuentan la apertura de la actual constructora en 2012 tras el proceso de peatonalización del Puente de Serranos.
Las Alameditas, un jardín de tipo romántico y alargado, va desde el puente de San José hasta el puente de Trinidad. El proyecto se debió al Barón de Hervés, que en 1830 quiso de esta manera sanear la marginal derecha del cauce.
Con el paso de los años se fueron añadiendo fuentes y esculturas, donde se incluyen las esfinges que fueron reubicadas. La construcción del Pont de Fusta ha cambiado parte de la fisonomía de las Alameditas, especialmente por la calzada que atraviesa la zona verde, tanto la que se dirige hacia la plaza de los Fueros como la que emboca hacia la marginal.
Tal y como podemos leer en el blog de don Julio Cob, «corría el año 1830 cuando el corregidor-gobernador de Valencia Barón de Herves ordenó limpiar el terreno comprendido entre las puertas de la Trinidad y de San José, que de antiguo era ocupado por los madereros; zona muy abandonada que corría junto a los pretiles del Turia en su margen derecho ante las Torres de Serranos.
Es así como nace la idea de la construcción de las “Alameditas de Serranos” que situadas una entre los puentes de San José y de Serranos, diseñada por el arquitecto Francisco Ferrer en 1832, la que se extendía desde este último hasta al de Trinidad, que observamos en la foto, su proyecto había nacido de las manos del arquitecto Cristóbal Sales en 1830.
Años después, el 2 de septiembre de 1837, se acometió la instalación de unas escalinatas de piedra diseñadas por Salvador Escrig Melchor, quien trazara la plaza Redonda, como punto de acceso a las «dos alameditas» situadas en los flancos del puente de Serranos. En la que se extendía hacia el puente de la Trinidad, se colocaron en 1838 dos esfinges de autor anónimo, una de frente a la otra, como ornamento al acceso.
Sin embargo no siempre estuvieron situadas en el lugar al que habían sido destinadas. En la década de los cuarenta, tal y como vemos en la foto, se fijaban a lo largo de un paseo necesitado de reformas, para ser colocadas tras la riada de 1957 ante el Pont de Fusta, construido a partir de 1959 que había dejado de ser de madera. El tranvía de la serie 400, fabricado por Construcciones Móviles del Grao en 1943, nos indica la época.
Y allí siguen, pero ya ante un nuevo puente que vuelve a ser de madera, peatonal, junto a otro que da paso al tráfico rodado desde 2012″.
La antigua postal que a continuación adjuntamos nos permite comprobar que estas esculturas mitológicas estuvieron en otro lugar hasta la reforma de los jardines hecha tras la riada de 1957. Después de la inundación, cambió el nivel y la configuración de la zona y las esfinges pasaron a decorar los accesos al “Pont de Fusta”.

