Contaba don Vicente Blasco Ibáñez, en su cuento que vio la luz la mañana del día de Reyes de 1901, una historia (o leyenda) un tanto popular que pudo haber atemorizado en tiempos remotos a la ciudad de Valencia.

Lo cierto es que hoy en día quedan expuestos los restos de esa «bestia» en el Real Colegio Seminario del Corpus Christi o del Patriarca, que está situado en la calle de la Nau de la ciudad de Valencia frente a la antigua Universidad Literaria y que fue levantada a instancias del patriarca San Juan de Ribera, donde se comenzó su construcción en 1586 terminándose en 1615.

Cuando uno pasa por el atrio del Colegio del Patriarca, se encuentra con una estampa que contrasta el terror y el silencio: el terror por la posible veracidad de los hechos acaecidos en tiempos medievales, al visualizar en la pared un imponente «cocodrilo» disecado en la pared; y el silencio porque nada más llena la sala que esa bestia disecada y un dicho popular, el de “si parleu a la pancha vindreu”, frase que dedicaban antaño las madres valencianas a sus hijos con referencia al dragón para que estuvieran bien callados durante las celebraciones en aquella imponente iglesia del Patriarca.

Pero la realidad, en este caso, dista mucho de la ficción creada en un cuento con el fin, parece ser, de atemorizar a los niños de la época o a los lugareños de la ciudad de Valencia en tiempos atrás.

La verdadera historia de esta bestia, “El dragón del Patriarca”, está en los archivos del Patriarca, donde se revela en realidad de que se trata de un regalo que el Virrey de Perú envió al Patriarca, San Juan de Ribera, quien le puso de nombre «Lepanto», en recuerdo de la famosa batalla. El caimán, pues, no es otra cosa que un regalo del virrey de Perú, el marqués de Monterrey, en 1600 a Juan de Ribera, Arzobispo de Valencia y Patriarca de Antioquia.
En el año 1606, cuando falleció el caimán, éste fue disecado y colgado en la entrada del templo como símbolo de silencio. Así pues, puede quedar más que aclarado el dicho de «si parleu a la pancha vindreu«, ya que al parecer era como un precedente a lo que el visitante debía de guardar en el interior de aquel edificio: silencio.
A pesar de todo, uno no puede evitar que se le pongan los pelos de punta al ver tan imponente «dragón» colgado de la pared y pensar que, en tiempos atrás, las historias de caballeros y dragones pudieran ser algunas de ellas algo más que un cuento para atemorizar a la población.
Por último, queremos regalaros una frase de Don Vicente Blasco Ibáñez en la que hablaba de la «bestia»:
«Y quien dude de la veracidad del suceso, no tiene más que asomarse al atrio del Colegio del Patriarca, que allí está la malvada bestia como irrecusable testigo».
Vicente Blasco Ibañez
Por cierto, esta bestia disecada no fue la única que llegó a Valencia. La que hoy se puede ver en el Real Colegio Seminario del Corpus Christi es, en realidad, una de las dos que llegaron a nuestras tierras. Fueron una pareja, macho y hembra, de donde podemos ver el macho disecado en el Patriarca y la otra…bueno, la otra desaparecida por culpa de la Guerra Civil Española. Aquel regalo, una hembra, estuvo durante años y años en el Real Monasterio de El Puig. Una pena que la guerra fuera la causante de su destrucción.
Fuentes de las fotos:
- valenciaenblancoynegro.blogspot
- Archivoexvotos.revista-sanssoleil.com
- arteyartificios.blogspot.com
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