- ¿Cuál es el origen de las fallas? ¿De dónde nace la devoción al culto al fuego? ¿Realmente son los carpinteros los que inician y dan origen a la falla actual?
Cuando llega el mes de marzo, de todos es sabido que Valencia llena sus calles de alegría, fiesta y sentimiento. La pólvora, la indumentaria, la música, la gastronomía y los monumentos falleros son los protagonistas a pie de calle durante nuestra fiesta más querida y sentida que se recibe cada año con ilusión. Pero de todo lo dicho anteriormente, el verdadero protagonista de las fallas no es otro que aquel que da su fin, el que termina con toda la fiesta vivida en ese ejercicio: el fuego.
Se dice que la palabra falla proviene del valenciano medieval (del latín fac[u]la, diminutivo de fax, ‘antorcha’), la cual servía para nombrar las antorchas que se colocaban en lo alto de las torres de vigilancia.
Es en el Llibre dels Fets uno de esos lugares donde se cita que las tropas del rey Jaime I llevaban fallas (antorchas) para iluminarse, tanto para el camino como a la entrada de las tiendas de campaña, y que estas mismas antorchas se utilizaban para alumbrar una fiesta, siendo más adelante, en el tiempo, donde se hace referencia a este término para referirse a las hogueras y luminarias que se encendían en vísperas de fiestas extraordinarias y patronales (bastante lejos de la realidad para explicar el origen).
Sobre el origen de las fallas hay escritas decenas de versiones, algunas de ellas bastante indocumentadas y sin razonamiento o sentido alguno. Una de las versiones más extendidas es, sin ninguna duda, la que sería una antigua costumbre de los carpinteros, donde en vísperas de su patrón San José, 19 de marzo, y para dar la bienvenida al fin de veladas de invierno trabajando, quemaban trastos viejos a la puerta del taller, donde se situaban unos candiles que sostenían en un palo, a modo de candelabro llamado, comúnmente, “estay” o “parot”. Esta idea nace reflejada, por primera vez y por desgracia, en “Guía urbana de Valencia: antigua y moderna, por el Marqués de Cruilles”. Imprenta de José Rius, 1876. Se dice que sería con el paso del tiempo, al añadir una figura vestida y representativa junto con más trastos viejos, creando así una escena, donde aparecería el primer ninot y la falla propiamente dicha (también hay quien dice que el parot se salvaba de la quema, no así los trastos viejos o virutas). También cabe decir que desaparece el parot en otra teoría, donde serían, igualmente, los carpinteros los que dieron origen a las fallas, además de mencionar la de que serían los niños de “l´estoreta” los encargados de recoger los trastos viejos (aunque sea verdad que un momento de la historia esto se produzca, NO ES CIERTO).

Todas estas teorías no se sostienen por ningún lado, ya que en los antiguos reglamentos del desaparecido Gremio de Carpinteros de Valencia nunca se dicta que haya que quemar algo por San José, donde solo se habla de sermones, música y rosarios, entre otras cosas, además de asistir a la misa solemne de todos los años junto con los fieles, representado el gremio por un “clavario” todos los años. Por entonces, el clavario era el representante de cada “cofradía”, lugar, este último, al que llamaban a la casa de cada oficio, donde se disponía la bandera de cada gremio en cuestión. Esto se empezó a hacer, en el gremio de carpinteros por imposición en Valencia, desde que San Juan de Ribera declarase fiesta de precepto a San José el 19 de marzo del año 1605: sobre todo influenciado por los cónsules de la ciudad de Valencia, quienes llegan incluso a pedir a Roma que la fiesta sea extensiva no solo en Valencia además de numerosas peticiones posteriores de otros personajes importantes; y por Santa Teresa de Jesús años antes, aquella que inicia la devoción de San José en España.
Se dice que tiempo antes, al “Gremi dels Fusters”, ya en 1497, se le da autorización del cambio de patronazgo de San Lucas a San José. Pero esta afirmación no es correcta. Se puede comprobar, en numerosos documentos, que San Lucas sigue siendo el patrón de los carpinteros, a pesar de la insistencia de la iglesia en un patronazgo católico. Tanto es así que en 1519, durante Las Germanías, en los anales de Aragón (1516-1520, Tomo III, capítulo 84), se dice que “. . .Gobernaba la ciudad de Valencia el teniente de gobernador, a quien llaman el subrogado, que en la autoridad es lo mismo. Aunque no tenía tantas fuerzas, mandó pregonar que ningún oficio ni cofradía, so ciertas graves penas, hiciese reseña; pero los carpinteros, que la tenían a punto para el día de San Lucas (18 de octubre). . .”.
Podemos confirmar también que durante los siglos siguientes, incluso tras el precepto de San Juan de Ribera, el propio gremio sigue celebrando San Lucas como su patrón. Esto se puede ver en los archivos de gremios del Reino de Valencia, lugar donde se encuentran todos los documentos de los carpinteros en Valencia hasta la desaparición y abolición de los gremios por Decreto Gubernativo de 20 de enero de 1834, reflejado en el Boletín Oficial de la Provincia un 7 de febrero de 1834, y convertido más tarde en Ley el 6 de diciembre de 1836. Allí se puede ver que, por ejemplo, las cuentas de todos los años se inician en una fecha y acaban en otra, es decir, un día en concreto para el comienzo y final del ejercicio en el reparto, además de para llevar las cuentas. ¿Qué cuál es esa fecha? Pues es, nada más ni menos, que el 18 de octubre: San Lucas.
Así se puede ver en decenas de ejemplos durante siglos, citando alguno de ellos: cuentas del 19 de octubre de 1577 al 18 de octubre de 1578 (caja 643, nº 935); 1649 (caja 644, nº 994), donde puede leerse “en el quadern que a cobrat Josep Roca en lo any de la sua clavaria, comensant a 19 octubre 1648 y finí en 19 octubre de 1649, en les 52 setmanes que caben dit any”; 1753/54 (llibre 445), donde dice “tacha de los tres dineros por casa semana que paga cada maestro en este presente año desde diesinuebe de octubre de 1753 hasta diesinuebe de octubre de 1754; incluso, en el mismo siglo XIX, a principios y hasta su desaparición como gremio, se encuentra el inicio y fin de ejercicio entre el patronazgo de San Lucas, aunque hay algunos años en los que el ejercicio varia por una razón que muchos teorizamos con pruebas: es entre 1792 y 1806 cuando la iglesia, momento en el que no puede controlar las hogueras o fallas, cuando intenta convertir la fiesta hasta ahora pagana en cristiana.
Otra hipótesis es que se piensa que las fallas derivan del pelele satírico que se tira a una hoguera, una vieja costumbre europea que en la Valencia del siglo XIX estaba presente en las manifestaciones de colgar monigotes grotescos en ventanas y balcones durante la Cuaresma principalmente, cosa nunca documentada en Valencia, además de que las fallas, como se adivina en diversos bandos (1740 prohibiendo las fallas u hogueras por razones estrechez de las calles; o la ordenanza del 13 de marzo de 1784, donde dice, de forma resumida, que “no se permiten hacer fallas por las calles en la noche víspera de San Joseph, sino en las Plazas”, todo por cuestiones de incendios y seguridad, y por cercanía a las fachadas de las casas, por orden del Corregidor de Valencia; o el de 1851 por parte del ayuntamiento de Valencia que prohíbe “encender hogueras, de cualquier clase que sean, en las calles y plazas de esta capital, sin expreso permiso de mi autoridad”), eran a pie de calle siempre.

Muchos de estos fragmentos, al igual que un manuscrito valenciano de 1693 que pertenece a la colección de don Rafael Solaz, el cual cita que “en Valencia se pusieron muchas fallas u hogueras”, no citan nunca los “ninots” o muñecos, siendo siempre hogueras, antorchas u otro tipo de añadidos, como luminarias o candiles.
También sigue presente aquella teoría que sitúa los posibles orígenes en las celebraciones de las llegadas de los equinoccios y solsticios, o lo que es lo mismo, la entrada de las estaciones del año, encendiendo hogueras. Así que, suponiendo esto, relacionaríamos las hogueras del solsticio de verano con San Juan y las del equinoccio de primavera a San José. De esta, curiosamente, se piensa que data de tiempos de la Taifa valenciana, e incluso en tiempos anteriores, no faltando tampoco aquella que mezcla la costumbre de los carpinteros con ésta última del equinoccio. Tampoco podemos olvidarnos de aquella que dice que las fallas son representaciones teatrales, desembocando en lo que finalmente serían los ninots de las fallas.
Por último, está la mágica; la que se acerca a las creencias y los ritos valencianos; la que algunos de nosotros creemos y la que muchos callan; la que tras mucho tiempo de investigación, uno puede descubrir, como servidor, si va tomando las migajas de pan que hay en el camino de nuestra historia, siguiendo todas ellas un mismo denominador común: el fuego.
Y es que desde los albores de la humanidad, cuando el hombre descubrió cómo hacer fuego, los antiguos interpretaron que aquello era mágico, ancestral y cercano a los dioses o alguna divinidad. Aquel elemento no solo les servía para protegerse del frío o para cocinar alimentos, también pensaban ya los primigenios que aquel elemento les servía para acercarse a los dioses y para alejarse de lo que siempre ha temido el hombre: la oscuridad. Al igual que el Sol, elemento mágico y divino en las antiguas civilizaciones, la luz que emite el fuego es símbolo de protección para alejar lo más oscuro y tenebroso. Pero el hombre, que espiritualmente crece conforme avanza la humanidad, sabe que el fuego también puede ser motivo de condena, de lo más siniestro y tremebundo, usándolo como objeto de justicia.
Es cuando la simbología del fuego, dependiendo de las diferentes culturas y/o religiones, experimenta numerosos significados que, sin embargo, tienen un mismo fin: el fuego de bendición o de maldición. La petición a lo ancestral, a lo divino, a lo que está por encima del hombre, así como también de condena, como vara de justicia y sentencia. Pero al igual que la creencia o rito del fuego varía dependiendo de la cultura o civilización, es también el fuego el que varía como dogma de fe, imponiéndose como religión por encima de las que ahora conocemos.
No solo los antiguos se remitían al fuego para sus peticiones, también lo hacían nuestros antepasados cercanos, hasta hace bien poco, incluso en el pasado siglo, por muy raro que pueda parecernos. En nuestras tierras, en Valencia, el culto al fuego ha sido perseguido como herejía en el pasado, casi desterrado, así como en otras partes del planeta. Muy pocos saben que durante la Guerra Civil española, la huerta se llenó por doquier de ritos de fuego valencianos de maldición, aquellos que fueron anulados por completo ya en posguerra y casi desaparecidos y desconocidos hoy en la actualidad. Ritos que han sido perseguidos, aunque temidos y respetados, desde la llegada de Jaime I. Y es que desde que se iniciara el primer paso hacia el nacimiento de la Inquisición con Inocencio III, el culto al fuego ha estado perseguido como herejía por la Santa Inquisición, como símbolo contrario de la religión cristiana y del culto al paganismo.
También son muchos los que desconocen que en marzo de 1792, en el Diario de Valencia, se refleja una queja de un vecino valenciano: Bonifacio Cristiano. En ella se “lamenta de la poca veneración que tributamos al Patriarca san Josef y de los dañosos excesos que se cometen en su víspera y día”. A dicha carta le contesta el pseudónimo “El Amante de la Verdad”, que no era otro que el fraile Traglia, haciendo extensiva la iglesia su afán de controlar todo por entonces, para intentar concienciar a la gente del culto y devoción que debía rendir en dicha fiesta, alejando el culto al fuego, una herejía por entonces para la Santa Inquisición. “El Amante de la Verdad” daba la razón a Bonifacio, al mismo tiempo que “condenaba” la fiesta como un acto de abandono de las obligaciones y de la familia, además de la perdida notable de jornales, donde argumentaba que “las fallas no pueden ser consideradas como diversión buena, pues nada tienen que ver con el significado religioso de la festividad”. También indicaba en la contestación que “Sobrada razón tienes o buen Christiano para llenarte de tristeza quando notas en nuestras calles y plazas tantas Piras quantos son los Figurones que en este día se te representan ridículamente vestidos”. Ya por entonces, la iglesia todavía no podía controlar la fiesta de San José, aunque muy pronto comenzaría a hacerlo (Diario de Valencia, 18 de marzo de 1792).
Justo años más tarde, en “Ocios entretenidos”, un precioso documento que rescató Rafael Solaz el cual está redactado por José Calasanz Biñeque en 1819 en su visita a Valencia, se puede leer en su índice “Las Fallas á San José”, donde ya el autor nos está diciendo que no son las únicas “fallas” que se producen en Valencia. El texto dice, en su página 31:
“. . .La víspera de San José hay función que no se á que atribuirse, y son las llamadas Fallas, en un tablado, en el medio de las plazas unas figuras de paja o trapos, ya señoritos o señoritas, algunos burlescos, zapateros remendones, y otros sujetos, a quienes se les quiere hacer esta burla; suelen estar muy bien vestidas, y a la moda, con bastante elegancia, igualmente ven muchas coplas y décimas, análogas a quien se dirigía la dicha función: pasean las gentes todo el día, y hasta las criadas deben tener su hora para verlas. Llegada la 2ª oración, principia el alboroto, la algazara y griterío. Tanto hombres y de mujeres, como de los mismos muchachos, y en esto se dan fuego por los cuatro lados y arde todo, que para ellos es una maravilla, quedando reducido á cenizas, tanto la falla como el tablado; y las gentes todavía no satisfechas corren por las calles, a ver si llegan á tiempo de ver otra de las encendidas fallas: Estas costumbres hacerlas los carpinteros, y otros, en obsequio de San José, pero ni se el significado, ni el misterio, ni de donde se tomó tal costumbre. . .”
En este punto cabe decir que es la propia iglesia, en este caso, la interesada en anular algo que a su vez se está produciendo extramuros de Valencia, incluso intramuros en algunas ocasiones pero de manera clandestina, principalmente, en la huerta valenciana. La visita de Biñeque, entre 1817 y 1819, se produce todavía con la Santa Inquisición en marcha, dentro de una de las cuatro aboliciones que hubo. Años antes, otros viajeros intentan explicarse el motivo de la fiesta y describen la fiesta con muñecos, grotescos en algunos casos, vestidos a la moda y sobre un catafalco, como es el caso de Alexandre Laborde en 1806, donde dice que “todos los años, el día 18 de marzo y víspera de San José, los ebanistas y carpinteros realizan por calles y casas, cada uno delante de su obrados, unas representaciones verdaderamente teatrales, denominadas fallas de sant Josep”. Todos ellos después de 1792 y anterior a Biñeque. Aquí podríamos preguntarnos aquello de ¿qué ocurrió entre 1792 y 1806, entre ésta última cita y la carta al Diario de Valencia, donde se condenaban, para que las fallas u hogueras crecieran en tamaño (150 según Laborde), que fueran los citados ebanistas o carpinteros como artífices, y donde ya se traten temas cuando hasta entonces eran simples “ninots” que parecían simples “espantapájaros”?
La solución está en una palabra: herejía. En tiempos de la Santa Inquisición, ésta era perseguida cuando era contraria al culto cristiano. Uno de estas persecuciones, que hoy todavía se conserva en la huerta y que muchos callan, pertenece a un rito de maldición o bendición, lo que comúnmente se conoce en los ritos y creencias valencianas como “Stot”, palabra de origen valenciano, en “Espardenya”, que a su vez proviene del latín “stipes”, que significa palo, tronco de árbol o tarugo, hincado en tierra. Esta palabra toma referencia y origen latino para explicar la creación de lo que llamaríamos vulgarmente un “espantapájaros” con forma humana, siendo dos “stipes” los utilizados para la creación de dicha “cruz”, solo que en este caso se realiza con un objetivo: una petición mediante el rito de fuego para buscar justicia. Dicha creencia de maldición se basa, principalmente, en maldecir a una persona mediante petición de justicia, la cual se cumplirá, o no, mediante la cultura natural valenciana.
Es la propia iglesia la que a principios del siglo XIX intenta imitar los “Stot”, pero no lo consigue, pues desde la ignorancia no siguen el ritual por completo, aunque algunos curas valencianos lo conozcan. Es durante estos tiempos también cuando se produce, y da la casualidad, que en decenas de lugares de Valencia capital, como en los casinos, que son motivo de reunión para los pensadores políticos y donde cada uno de ellos se identifica con una ideología, se queman en sus entradas algún que otro Stot para maldecir a un político del bando contrario. Pobres de ellos aquellos que asistían a aquel espectáculo y eran desconocedores de aquel tema por completo, pues para ellos su significado era simplemente burlesco y satírico sin saber realmente que ese “ninot” tenía poderes mágicos…
Quienes conocen el Stot saben que un simple espantapájaros no es nada en la huerta; si a este se le añaden unas bochas a los lados (Brocha Fel), a cada brazo, además de una cartela (la crítica que hoy vemos en la falla actual bajo el ninot o junto a ella) escrita en “Espardenya” para ahuyentar los pájaros, el espantapájaros se convierte en “Stot Fel”, un rito de bendición para la cosecha y de maldición para ahuyentar a pájaros y aquel que quiera arruinarla; si al “Stot Fel”, además, le damos la vuelta a la cartela tras el rito anterior dicho, y le escribimos ahora una petición de justicia, éste se convierte en “ninot”, falla real en origen. Dicho ninot, comprende a su vez dos palabras: trompellot y parot, donde todo aquel que domine el habla natural valenciana sabrá su significado, siendo ésta última palabra la que tomó, por equivocación, el Marqués de Cruilles en 1876 en su “Guía urbana de Valencia: antigua y moderna”.
También cabe decir que el Stot nunca tiene que ser, finalmente, ninot. Es aquel labrador, su creador, quien decide que tras la cosecha en la huerta, al conseguir ahuyentar los pájaros protegiéndola con el rito natural valenciano tras haber sido el “Stot” bautizado (“batech”), el que decide quemar, o no, para convertirlo. El labrador quemará tras la obtención de la cosecha el Stot, pues el rito ha funcionado, dado que querrá remover la huerta para un futuro cultivo, y que esta vez sí sean los pájaros quienes acudan a su terreno y se coman los bichos e insectos que puedan perjudicar los frutos de la tierra. Si la persona en cuestión desea aplicar “la ley de la huerta”, pidiendo justicia, entonces creara un “ninot”.
Podemos afirmar que, durante tiempos atrás a la mitad del siglo XIX, todas las “fallas u hogueras” que se producen en Valencia tienen la misma característica, o parecida (casi al 100%, incluso las impulsadas por la iglesia): son todas muñecos satíricos que se asemejan a un Stot o espantapájaros, donde dicho esto podríamos afirmar sin equivocarnos que este es, pues, el verdadero origen de las fallas: el Stot. Por cierto, tampoco se producen siempre en marzo, al igual que tampoco, Valencia, es el único lugar donde se produce este rito de maldición, significando esto que el origen de las fallas es mucho más extendido de lo que creemos (territorialmente, y no solo en la actual Comunidad Valenciana), aunque sea aquí donde más se produzca y donde los ritos al fuego sean parte de la cultura natural valenciana que ha perdurado y que, finalmente, ha mutado en el origen de la falla actual.


Son pocos los rastros o migajas a lo largo de la historia para confirmar esta teoría, algunas de ellas reflejadas en carteles falleros como el del año 1964, incluso fallas recientes ya en el siglo XXI por parte de algunas comisiones tratando de recuperar el origen.

Son muchos los que nos han llamado incultos, ignorantes o mentirosos contando lo que aquí se expone. Pero el verdadero valenciano «calla» y sabe cuales son sus orígenes y verdaderas tradiciones, hoy ignoradas por todos y cambiadas por políticos, los «cansalà».
Solo aquellos que conocemos muchos más detalles, sabemos que es cierta, al igual que aquel lector que, sorprendido, calle “com un fill de puta” una verdad que solo los “buena sombra” o los que siguen los ritos y creencias valencianos conocen. Y es que, queridos amigos, hubo otro tiempo donde el ninot fue algo temido, algo tremebundo. . .
Miram be tot lo anterior,
en Ma casa no soc Cansalà.
Quan no respetes ús i costum,
Ninot a Ma casa seràs.

Dar las gracias a aquel que consiguió abrirnos los ojos: SO Andrés Castellano Martí
Una de les característiques del valencià és ser meninfot,cosa que pot ser negativa o positiva, segons es mire.
El meninfot que passa del negatiu, és positiu i el que passa del positiu, és negatiu. Açò vol dir que el valencià que passa de tot l’alié i es preocupa del propi és home i el valencià que es preocupa de tot l’alié i passa del propi és cansalà.
Home, en valencià, és aquell que defén la seua cultura natural i pròpia, en especial la del Foc i aquell que ataca la cultura del Foc és un valencià cansalà.
On més es nota el que he dit és en les falles, on es potencia el caràcter home i dóna però els cansalà sempre intenten anul•lar-ho, de la mateixa manera que es proposen fer desaparéixer tot el que va ser l’origen de la cultura i la màgia original valenciana del Foc.
Abans de continuar quede clar que, tots els fallers que pretenguen investigar els orígens de la nostra foc falla tenen dos camins: el propi i natural i l’artificial.
Al retrocedir en el temps, ens trobem amb dues històries diferents: la història natural valenciana i la història artificial impropia i forastera. Estes històries que pareixen ser la mateixa són totalment oposades encara que no poden fugir una de l’altra en cap estudi perquè, en cas contrari, tot quedaria faltat de raciocini i els seus resultats serien totalment enganyosos.
Així tenim la història de tots els que són fidels al foc, tant en els temps cristians com en els musulmans, i que mai abandonen les seues naturals creences valencianes, inclús sent declarades “supersticions i cultura inferior dels hortolans”, i també tenim la cultura promocionada pels poderosos en política o creences que en tot el que fan, procuren canalitzar al poble dominat perquè visca la cultura artificial que ells desitgen.
En el nostre cas valencià, per un miracle de Déu, mai desapareix la cultura natural del poble pla que, sense oposar-se als que el dominen, els valencians mai han abandonat les seues creences ni tampoc la del foc tal i com queda patent en les falles.
El que s’ha dit és paradoxa i sembla contrari al sentit comú però no és així, perquè havent sigut sotmesos per tots quants ací han arribat (cristians i musulmans), els valencians fidels a la seua llar mai han abandonat les seues pròpies creences i lleis, els seus costums naturals.
És precisament quan els valencians perden els seus furs escrits després de la Batalla d’Almansa quan de forma miraculosa procedent dels santuaris de les pedreres valencianes ix la natural creença del Foc Traca i s’expandix per tot el territori valencià.
Els ritus del foc natural valencià que actualment s’anomenen falla, foguera i també fogata, antigament tenen el seu propi origen, la seua pròpia trajectòria i la seua pròpia història stot que procedix dels habitants naturals celtiber/edetans d’estes terres.
Els ritus del foc que en la seua evolució final han donat la falla, la foguera i la fogata, són els propis del foc fel hortelà que és el foc flama auxiliar dels llauradors valencians tant en les seues tarees agrícoles com en les seues creences. I, per més que el docte sanedrí eliminador de tot el valencià i també els seus corifeus religiosos i ateus ho neguen, esta és la verdadera realitat i l’origen del nostre valencià Foc Fel celtiber/edetà. Esta és la realitat vigent en tots els temps fins a l’arribada dels catalans i aragonesos cristians en 1238 i també vigent durant tots els temps cristians posteriors, destacant en eixos temps l’extrema discreció sobre la gràcia de tal foc que imposa la pressió inquisitorial que no vol que estes coses s’ensenyen i menys que es facen.
Però sí s’ensenyen i sí es fan a pesar del negativisme inquisitorial, arribant intacta la creença fins als finals del segle XIX, a partir del moment en que els ritus del foc fel són canviats pels que ignoren la seua gràcia, evolucionant en el seu canvi per camins que res tenen a veure amb la gràcia original. És durant el segle XX,época cansalà valenciana, quan la gràcia del foc fel, sense més, desapareix.
Així, el nostre foc que ara anomenen falla i foguera, originariament stot, té concisa i inconfusible la seua trajectòria.Per als que vivim la cultura natural valenciana, el foc que,en honor i en petició de justícia, encenem els valenciansés el foc cordà, oposat al foc Stot o fel .
L’origen del foc stot o fel ens ve dels nostres avantpassats celtiber/edetans anteriors a l’era cristiana.En primer lloc com auxiliar en les tarees del camp i també en realitat taxativa de justícia. Sent ambdues coses donades per la creença natural valenciana en la terra l’aigua i el foc de les persones que hi habiten i cultiven des d’antic l’ordi i el blat. Este cultiu requerix llaurar les terres i tindre les aus del camp en pro i dominades.Això s’aconseguix amb facilitat perquè quan el natural llaurador valencià auxiliat de bous o cavalls llaura la terra dels seus camps amb intenció de preparar-la, se les enginya perque les aus acudeixen, es mengen els insectes (desparasitar-la), i amb els seus excrements l’abonen (nodrir-la).
Estes aus són la seua benedicció,però són maledicció si quan escampa les llavor, les mateixes aus acudixen voraces als sembrats i es mengen el gra sembrat perquè no hi haurà collita.
En terres valencianes, perquè les aus no acudisquen als sembrats i es mengen el gra escampat en la terra,els naturals recorren a la creença i així es soluciona el problema de forma natural i sense fer cap dany a les beneficioses aus.
La creença que auxilia els llauradors celtiber/edetans en el cultiu dels cereals i en tot tipus de collites, per mitjà de la qual aconseguixen espantar a les aus té un ardit que consta d’una part física anomenada stot i botxa fel, i d’altra natural que correspon al ritu espiritual valencià del Foc.
El stot és una simple creu de pals. La botxa fel és el repel•lent espiritual de les aus en el cultiu de la terra i ambdues coses unides són l’instrument per a fer justícia els homens.
La ciència i màgia a la qual el llaurador recorre consistix en prendre dos troncs stipe i unir-los en forma de T, T-stot afegint en els extrems de l’horitzontal dues embotxes fel. Es planta enmig del sembrat forrant-se la creu de rastoll o palla (en els temps cristians), donant-li inclús aparença humana vestint-la amb robes que poden ser masculines o femenines.Però així no sols no espantaria les aus sino que al estar fet de palla, les atrauria per hi fer els seus nius.
Una vegada fet l’espantall i en el domini del món màgic,els valencians naturals pengen al stot la botxa fel i bategen (bateig) en maldiciò la seua obra.
Després dels ritus de benedicció a la collita i maledicció a qui la faja malbé o desgracie,s’escriu en una cartel•la inri que es penja del pal vertical. Si allò que s’ha fet segons el ritu valencià stot fel, cap de totes les aus que volen s’acosta on està el stot,aconseguint que les aus no perjudiquen la collita.
La creu de per sí no espanta les aus.Però, si se li col•loca una sola botxa, el stot creu passa a ser espantador de pardals(espantall). Si es col•loca una botxa en cada mà extrem de la creu és un autèntic espantall. Si es col•loca una botxa en cada extrem o mà de la creu i una en cada part mitjana (colzes), l’espantall és infal•lible.Al camp on es plante no s’acostarà cap au.
El fet de convertir el stot de palla en repel•lent de les aus es deu a la qüestió màgica de la pròpia botxa, i a la gràcia del valencià per a maleir-la, a més d’allò que s’ha desitjat en la cartel•la que del coll se li penja.
El stot amb botxa fel repel•lix tot el negatiu que al camp li puga ocórrer i que tot allò positiu es desenvolupe. Per aquesta raó, quan la collita en positiu ha sigut recol.lectada, al stot se li pega foc i es crema, per tal que les aus acudixen i desparasiten de nou la terra. No es deu quedar plantat ni guardat en cap lloc: la collita es podria fer malbé.
Per a protegir la següent collita es fa un altre stot amb botxa fel perquè a cada collita li correspon un stot i, com la collita de blat és anual, també anual és la crema del stot.
El stot ha de ser cremat inexorablement,moment en que al llaurador valencià que ha sigut impecable en la seua conducta la llei de mà (llei de l’horta, de l’aigua i del foc) li brinda la seua immensa justícia de forma gratuïta i eficaç.Li brinda l’opció de sol•licitar i rebre justícia de totes aquelles coses que de manera inmerescuda se li hagen fet, sempre que ell haja sigut just.
Si el llaurador pren la cartel•la del stot i en ella grava en espardenya la seua demanda de justícia, el stot queda batejat de ninot i quan se li pega foc, la llei de l’horta s’activa a favor de qui, sent just, fa la petició. La llei de l’horta, de l’Aigua i del Foc s’encarrega que la justícia sol•licitada es complisca.
Els qui en mal ús apliquenla seua gràcia al just, tota la justícia natural cau sobre ells.
El foc del stot espantall pren en valencià el vulgar nom de foc fel, indistintament que se li facen o no els sortilegis.
Quan a la porta de l’alqueria o barraca, l’hortolà fa en desigs foc formiguer, sempre és en benedicció i protecció del seus i quan fa foc siprés, fa benedicció pels altres. Si fa foc fel, sempre és maledicció per a aquells que fan injustícia. I tant una com l’altra es complixen.
Que ningú ho dubte. Dita justícia sempre es complix.Ningú(humà o diví) pot parar aquesta llei.
Esta és l’arma més potent que a un hortolà en la seua defensa se li pot donar, sempre que es defenga dels seus injustos enemics i sempre que ell siga home.
Per a aconseguir allò que s’ha proposat en defensa de la dignitat pròpia i en contra d’aquell que la perjudica, el llaurador que fa el ritu pot cremar el stot on està prendre l’espantall i plantar-lo on ell crega convenient.
A continuació, al coll de l’espantall, penja un tauler o paper on s’anota el nom d’aquell a qui es desitja se li aplique la justícia natural, o, si es creu convenient en vers xufa es dicta la sentència.
A partir del moment que açò es fa,es bateja el stot passant a denominar-se ninot, però que ningú fatigue la seua intel•ligència pensant que ve de nino. No és així.
En el natural parlar valencià, a les persones i a tot se les menciona pel seu nom i cognoms, afegint a estos el nom ombra, que pot ser bon nom o mal nom.
Així, el nom ombra bon nom màxim és el de” gloriós i celer”, que aplicat a una persona no cal explicar que més virtuts positives ja no li caben.
En canvi, “parot” és el nom ombra mal nom que es dóna a tots aquells insectes que et xuplen la sang i “trompellot” és diu a tots aquells animals de què no et pots fiar perquè si et fies d’ells, et desgracien.
En resum, ninot és el nom ombra mal nom que es dóna a aquella persona que té les virtuts negatives del parot i del trompellot.Són sinónims: cansalà i fosser.
El foc fel s’ha fet en totes les époques i actualment hi ha valencians que ho fan. Això no és cap maldat. Pel contrari, és positiu en grau màxim perquè la justícia aconseguida ho és per a bé i la societat que funciona en el seu respecte i temor, és justa.
Així es fa, discretament, perquè callar i ser discret forma part de l’ús natural valencià. Els ritus del foc queden callats, però no vol dir que no es facen. Si de les lleis naturals ningú dóna explicació, dels ritus de l’aigua i del foc tampoc es dóna. No obstant tots sabem que estes lleis sempre es complixen.
En el cas concret del foc flama fel, del seu ritu i ús a ningú se li diu, quedant per als que ho ignoren, com inexistent. Però existix i es fa en abundància i en totes parts de l’horta valenciana.
És ja al s.XX quan la nostra cultura natural es canvia i la ciència màgica natural desapareix… Però esta part de la nostra història la deixem per al llibret de l’any que ve.
So Andrés Castellano Martí. Mestre de traca.
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Foto de portada: Falla con gran cabeza sonriente en la plaza del Mercado: [Valencia] (s.a.) – Anónimo, Tarjetas postales de la BV José Huguet.
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Hola.
Me ha encantado este artículo y me parece muy razonable para explicar el origen de la fiesta fallera.
Me gustaría saber el nombre del autor o autora y si el estudio del que habla ha sido publicado.
Si es así me gustaría conocer el título y saber si se puede adquirir.-
Hola Vicenta. Es un estudio que todavía está en proceso. Un saludo
Artículo estupendo y muy bien detallado
No se puede entender que un artículo no sea firmado. La autoría no es asunto de vanidad, sino de responsabilidad sobre lo que que escribe, aún más en el caso de que se hable de investigaciones realizadas y se refuten teorías.
¿Y para qué desea usted que lo firmemos? ¿investigaciones? ¿cuál? ¿la del reciente vídeo de Baydal manteniendo todavía la teoría de los carpinteros? venga ya…