Muchos lo utilizan como lugar de paso para acortar distancias entre la calle de San Vicente Mártir y la plaza Mariano Benlliure, pero lo cierto es que este pequeño rincón, de apenas cincuenta metros de largo, es un precioso espacio lleno de vida y testigo de aquella corriente que, a finales del XIX, trataba de imitar en la ciudad de Valencia los pasajes neoclásicos italianos.
Su historia comienza a finales del siglo XIX, cuando por entonces la alta burguesía valenciana deseaba trasladar a la ciudad de Valencia las costumbres y el estilo arquitectónico de las ciudades italianas. Movida por esta corriente, la marquesa de Campo Salinas y Condesa de Ripalda, Dña. María Josefa Paulín de la Peña, encargó en 1889 al arquitecto Joaquín María Arnau Miramón (Valencia, 16 de marzo de 1849 – Godella, 8 de septiembre de 1906) la construcción de un espacio que llevaría el nombre de la propia Condesa: el Pasaje Ripalda.
Joaquín María Arnau Miramón, quien tiene una calle dedicada en Benimaclet en la actualidad, era un arquitecto valenciano adscrito a la escuela del romanticismo ecléctico valenciano, para muchos considerado como el arquitecto valenciano romántico más importante. Fue de los primeros en utilizar el hierro en edificios de uso no industrial. En 1869 iniciaría sus estudios de arquitectura en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, cursando la maestría de obras hasta 1870-71. Continuó, más tarde, en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, titulándose como arquitecto en 1874.
Se formó también en Roma y en 1879 es nombrado arquitecto del distrito del Ayuntamiento de Valencia, desde donde impulsa el primer plan de ensanche de la ciudad. Ya en 1893, fue nombrado Académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, donde posteriormente tuvo el encargo protagonista de nuestro artículo.
Dicho pasaje se construyó como un conjunto arquitectónico de claro estilo neoclásico sorprendiendo a los valencianos por los imponentes arcos de sus entradas, que daban la bienvenida a sus transeúntes hacia su interior decorado con armoniosos dinteles y ménsulas, todo ello bajo sus claraboyas que llenaban de luz el pasaje.
La particularidad de este espacio convirtió al Pasaje Ripalda en el primer pasaje comercial cubierto que se construyó en la capital valenciana, albergando durante años el Gran Hotel Ripalda, el Café Inglés o el Café Hungría. El hotel se mantuvo abierto hasta principios de los años cuarenta, y que a su cierre se reestructuró convirtiéndose en locales comerciales y viviendas.
La Condesa de Ripalda, Dña. María Josefa Paulín de la Peña, encargó la construcción del que sería el primer pasaje comercial cubierto en la capital de Valencia en 1889: el Pasaje Ripalda, un moderno pasaje comercial que unió la plaza de Cajeros con la plaza de la Pelota, que posteriormente pasaría a llamarse después de Mariano Benlliure esta última.
Fue precisamente en este Hotel donde se instaló en 1897, según algunos historiadores, el primer ascensor de la ciudad.
El pasaje, tuvo la particularidad de dotarse con el primer ascensor de Valencia, pero no el eléctrico, ya que este último fue instalado años más tarde en 1904 en la casa número 17 de la calle de la Paz, cuya puerta era de hierro forjado como la dispuesta en la siguiente foto.
Imagen de uno de los primeros ascensores eléctricos de Valencia, el de 1904 en la Calle La Paz.
Fuente: valenciaenblancoynegro.blogspot.com
Hoy en día, los cincuenta metros de longitud del Pasaje Ripalda siguen llamando la atención de sus caminantes por la belleza de su interior, albergando viviendas en las plantas superiores y diversos comercios, entre ellos los de confección de trajes regionales valencianos o el llamado Espai Ripalda, lugar que antiguamente era Casa Teruel, donde vendían botones, entre otras cosas.
Existía una sombrerería propiedad de una tía abuela de una seguidora que nos comentó su existencia un día (familia de doña Herminia Garcia Royo), donde en la actualidad se encuentra ahora la tienda de souvenirs de productos valencianos llamada «Siente Valencia«. También nos hablan de «Casa Teruel», que vendían botones.
En el número 7 del pasaje, existe un negocio con un precioso escaparate del siglo XIX: Guantes Camps, una tienda de complementos especializada en la venta de guantes de todo tipo de materiales, tamaños y tallas. Cuentan con 149 años de experiencia y venden complementos como bufandas y sombreros para hombres y mujeres, ya que está dedicada a la venta de guantes desde el año 1868, aunque se trasladaron al Pasaje más tarde, una vez abierto.

La galería cubierta por hierro y cristal, alberga a mitad del pasaje un pasillo perpendicular que une las dos jarcias a la altura del primer piso, también llama la atención, a la altura del entresuelo, los ventanales dintelados de uno de sus lados y los de medio a punto del otro.
Tal y como nos cuenta don Roberto Tortosa, desde La Valencia Insolita, en el interior del pasaje puede encontrarse la única obra de Gaudí en Valencia, teoría defendida por personas como el prestigioso cronista Rafael Brines.
A principios del S. XX la familia Oltra abrió una tienda de confección a la entrada del Pasaje de Ripalda haciendo esquina con la calle de San Vicente (Novedades Oltra). Queriéndole dar un toque de distinción a la decoración del local, encargó una artística escalera al pintor Manuel Benedito y al famoso arquitecto Antoni Gaudí le pidió que se encargase de diseñar los escaparates. Gaudí creó tres cúpulas de cristal de Bohemia y tres vidrieras con forma de cola de pavo real.
Décadas más tarde, el dueño encargó dos réplicas adicionales de las vidrieras cuando la tienda fue ampliada. Esta conservó tan distinguida decoración hasta que fue vendida por la familia propietaria a finales de los años 90. Las sucesivas reformas para adecuarla a los distintos negocios que la ocuparon posteriormente, culminaron con el total desmantelamiento de cúpulas y vidrieras.
De un tiempo a esta parte, han sido repuestas dos de aquellas vidrieras recayentes al interior del pasaje, pero ignoramos si se tratan de las originales o de las réplicas de las mismas.
Roberto Tortosa, La Valencia Insólita
A la mención de don Rafael Brines, puede leerse el artículo de gaudiclub.com:
El local comercial, situado en el número 3 del Pasaje Ripalda, perteneció a la familia Oltra, que en 1905 abrió allí una tienda de camisas. Allí Álvaro Oltra encargó el diseño de los escaparates a Gaudí, por mediación del pintor y escultor valenciano Manuel Benedito, amigo del artista.
Gaudí diseñó tres cúpulas de escaparate de cristal de Bohemia biselado y tres cristaleras inspiradas en la forma de la cola de un pavo real. Las cúpulas y la vidriera grafiada con el nombre del establecimiento que daba a San Vicente ya se retiraron hace años, durante la primera reforma del local, tal como informó Levante EMV en su edición del 28 de octubre de 1998.
Según explicó Vicente Oltra, su abuelo, Álvaro Oltra, «pagó 22.000 pesetas de entonces» por la obra de Gaudí.
Levante-EMV, Martes 1 de Junio 2004
Sin embargo, hay quien cree que tradicionalmente se le han atribuido a Gaudí convirtiéndose, por tanto, en una leyenda urbana, aunque la fundación Gaudí no las legitimó al no existir documentación, facturas, planos o encargo que saque de dudas completamente. No por ello, tampoco, quiere decir que no sean del arquitecto, sino que simplemente no están documentadas de manera concreta.


En la foto anterior se puede leer, aunque está invertida, «Novedades Oltra», donde falta una D en un cristal. Mencionar que, además, en dicho pasaje había un relieve de piedra o hecho en «trencadís» que desapareció.
Por último, también destacar un pequeño y curioso mosaico con el nombre del pasaje y el dibujo del Palacio de la Condesa de Ripalda que le da nombre en la puerta de acceso de la calle de San Vicente.


