A medio camino entre Navajas (Castellón) y el embalse del Regajo, por la carretera comarcal que une Navajas con Gaibiel, nos encontramos con un lugar pintoresco y muy bonito, un espectáculo de la naturaleza al paso del río Palancia que ofrece un remanso de paz al visitante.
Se trata de la Fuente del Baño, lugar ubicado en el término de Navajas que también es conocido como Los Baños -no confundir con la Fuente de los Baños de Montanejos–, una piscina natural al paso del Palancia en este punto junto a una pequeña aldea o urbanización, un antiguo puente del siglo XVIII y una ermita de 1927, sitio donde también podéis encontrar un covacho en la parte más alta y diversos pasos estrechos -por el sendero artificial, junto al río- con cadenas en la pared para poder agarrarse a ellas cuando el suelo está resbaladizo por estar mojado (apenas son 20 metros de cadenas que sirven para evitar resbalarse).
Quien visite la Fuente del Baño podrá disfrutar un rincón tranquilo y agradable en contacto con el río, los árboles y el entorno que ofrece la pequeña urbanización que allá se encuentra, apartada de la población.
El agua en la zona del río está muy fresquita en verano, a veces pasa limpia y en otras ocasiones algo más turbia según nos comentan, y mucha gente se baña aquí en temporada estival aprovechando la cercanía al Salto de la Novia, lugar más masificado. La fuente de manantial cercana, que da nombre al paraje, nace separada del río.
Es posible dejar el vehículo antes del puente en un pequeño apartadero, pues el paso de vehículos a esta zona está prohibido si no se es propietario de alguna de las casas -se trata de un camino particular-.
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El agua de la Fuente del Baño:
Tal y como comenta el mismo Ayuntamiento de Navajas, la fuente del paraje tiene unas aguas estimadísimas por sus propiedades curativas, desde el siglo XVIII, y ellas han contribuido, en gran medida, a la afluencia de veraneantes al pueblo. Ya Cavanilles, en su Geografía del Reino de Valencia allá por el 1792, decía de las aguas del Baño que son…»cristalinas, gratas al paladar y sin olor alguno».
La fama de esta agua se extiende entre las personalidades de la capital del Reino que van dando prestigio a esta fuente, haciendo que muchas gentes se acerquen a tomar el precioso líquido. Hasta un virrey de Nueva España se sintió atraído, en el 1824, por las propiedades curativas de la fuente, permaneciendo en Navajas un par de meses.
En el año 1849 el doctor D. Faustino Vázquez se ocupó de analizar las aguas de este manantial, concluyendo que se trata de un agua que «puede llamarse, según los químicos, ferruginoso-magnesiano-templada…, y es útil para la curación de ciertas enfermedades, de remedios incipientes operativos, desostruyentes, purgantes y tónicos…».
Para quien desee hacer por completo la ruta de las Fuentes de Navajas, puede consultar el track de Wikiloc de Juane Alemany.
En la época más reciente fueron analizadas las aguas por los servicios sanitarios provinciales y para este servicio las aplicaciones terapéuticas serían en el tubo digestivo y el aparato urinario.
Sobre el puente del Baño, según el Ayuntamiento de Navajas:

La traza y construcción de este puente se atribuye a Mariano Llisterri, maestro de obras por el antiguo gremio de la capital del Turia desde 1756; el 15 de mayo de 1789 se le concedió el título de maestro de obras, más tarde acabaría consiguiendo el grado de arquitecto en la última década del s.XVIII.
En este sentido cabe interpretar el documento conservado en el Archivo Histórico Nacional (AHN, Cons. Leg. 37.416) en el que se dice que “La justicia y el ayuntamiento del lugar de Navajas, reino de Valencia, sobre que se le conceda permiso para la construcción de un puente exigiéndose su importe entre los pueblos de diez leguas en contorno”.
Dicho puente, de un solo ojo, sobre el río Palancia fue proyectado hacia 1799 por la elevada cantidad de 76.850 reales, siendo construido con el fin de unir la carretera de Aragón con los pueblos circundantes. Según se aprecia en los cimientos de su fábrica, dicho puente parece erigirse sobre una estructura anterior. Erigido justo en el tramo propicio para el vadeo del río, aúna todos los planteamientos conocidos desde la antigüedad recogidos en el tratado de Vitrubio. Se trata de un puente de la tipología de lomo de asno, es decir, de perfil o rasante acodada, por las características del terreno abrupto, por la necesidad de establecer un arco central de gran luz.
De arranque monumentales, éstos apean en dos grandes pilas, de sección transversal robusta, reforzadas por estribos, en cuyos tímpanos se presentan sendos arquillos de aligeramiento, un elemento muy romano cuya fábrica de perforación producía el aligeramiento de la estructura, por encima del nivel del agua, a la vez que proporcionaba una menor resistencia a las corrientes en las grandes avenidas.
Su excepcional fábrica de sillar se muestra patente en la estructura, los bloques aparecen perfectamente trabajados, con una muy cuidada planimetría, sobre todo en las dovelas de la rosca de la bóveda y de los arquillos, patente en la disposición de su intradós. El resto del paramento se entabla mediante la disposición de hiladas se sillares labrados a pico grueso con recercados finos y de mampostería.