Situados en la calle de San Ignacio de Loyola nº 25 de Valencia capital, muy cerca del MuVIM o las Torres de Quart, se encuentra el Horno Pastelería del Pilar, un horno familiar y de barrio de toda la vida que lleva, con la actual generación, desde el año 1992 vendiendo pan y endulzando los paladares de los vecinos de la zona.
En el horno, que comienzan cada día bien temprano a elaborar sus productos -de madrugada, antes de que se levante el país-, podréis encontrar toda clase de pasteles y tartas, que también realizan por encargo; elaboraciones dulces y saladas, como hornazos, mini bocatas con pan de pueblo, pastitas, rosegones, magdalenas, brazos de manzana, saladitos o mini croissants de chocolate, entre muchas otras; y, sobre todo, son fieles a las tradiciones, donde elaboran piuletes i tronadors para la Mocadorà del 9 de Octubre o con su más que recomendable Roscón de Reyes, muy conocido por el barrio por ser uno de los mejores y que más buenos está de toda la zona.
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“Como se suele decir, visita obligada, porque si vas seguro que repites”, nos comenta un allegado, sobre el horno, que fue quien nos descubrió este rincón.
En nuestra visita, pudimos llevarnos un par de roscones a casa y degustar esta famosa elaboración que endulza miles de hogares durante las Navidades. Decir, eso sí, que estaban espectaculares.


El Horno Pastelería del Pilar abre de lunes a viernes de 08:00 a 15:00 horas y de 17:00 a 20:00 horas, y los sábados y domingos en horario de 08:00 a 15 horas.


Son, además, especialistas en servicio de catering bajo pedido al 963 84 30 62, aportando al servicio una gran variedad de bocadillos, canapés, tortillas, kichés, frivolidades, empanadas, croquetas y diferentes elaboraciones, como ensaladilla rusa o esgarraet, servidas con pan tostado y especiales realizados a diario. Incluso para esta Nochebuena 2020 han preparado un menú especial.
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Por cierto, la historia del Horno del Pilar, regentado por la familia de artesanos Margaix, se remonta mucho tiempo atrás, a principios del siglo XX. Por entonces, y procedente de la localidad de Turís, llegaba a la capital don Jaime, uno de los horneros de la familia que contribuyó al comienzo de la saga con 5.000 pesetas de la época que se pagaron, en su momento, a la casa Gremial, adquiriendo el traspaso de un local en la calle del Embajador Vich por 18.000 pesetas. Tiempo después, desde allí se trasladaron a la calle Mossen Femades, donde marcharon al tiempo a la calle de Grecia pasando por Alboraya, para finalmente, y desde 1958 -un año después de la Riada- asentarse en la actual demarcación de la calle San Ignacio de Loyola.
Vicente Mataix, que comenzó a trabajar en el negocio desde los 17 años, con el tiempo se hizo cargo del negocio tras una operación de su padre, llegando a perfeccionar una de las especialidades del horno: el pan de pueblo, elaboración por la que es famosa esta saga de horneros que mantiene viva la tradición familiar en el horno de San Ignacio de Loyola -su pan, por ejemplo, es servido a diversos bares y restaurantes para almuerzos, bocadillos-.