El 12 de mayo de 1923, con motivo de la Coronación Canónica de la Virgen de los Desamparados, fue la última vez que salió a la calle en Valencia, para ser utilizada por los Reyes Victoria Eugenia y Alfonso XIII, la berlina propiedad de Salvador Castillo, Marqués de Llanera, expuesta desde hace años en el Museo Nacional de Cerámica González Martí, con sede en Valencia.
Cuando en 1923 vinieron los Reyes, tras la ceremonia de la Coronación de la Virgen se organizó una parada militar en la Alameda, y para ese acto preparó la carroza el Marqués de Llanera, por si era necesaria para la Reina, pero finalmente no la usó porque pasó revista a la tropa a caballo, vestida de uniforme.
En ese acto «desfiló en Valencia el Regimiento de Caballería de Cazadores, siendo el Portaestandarte nuestro abuelo, el Coronel Antonio Gómez de Barreda y León, que era yerno del Marqués de Llanera, y que acompañó a la Reina Victoria Eugenia, de uniforme y a caballo», explica una de las nietas del Coronel y también bisnieta del Marqués de Llanera.
Ese momento «con la Reina a caballo pasando revista, vestida de uniforme, y mi abuelo al lado, portando el estandarte, quedó plasmado en una fotografía que encontró, por casualidad hace unos diez años en la tienda de un fotógrafo, mi padre, Diego Gómez de Barreda y Castillo», añade.
De esa imagen -y de otra donde se ve la carroza- «tenemos copias en nuestra familia y son importantes por la historia relacionada con la reina Victoria Eugenia y la Coronación de 1923, porque reflejan la relevancia de esta carroza que, de hecho, se expone en un Museo, pero también porque es la única fotografía que tenemos de mi abuelo», destaca una de las nietas del Coronel.


Se trata de una carroza estilo imperio que perteneció a la familia del Marqués de Llanera, siendo donada al museo en 1994 por sus descendientes, estando expuesta en el Patio de carrozas, planta baja, del Palacio del Marqués de Dos Aguas de Valencia, sede del Museo Nacional de Cerámica y de las Artes Suntuarias González Martí.
Se trata de una berlina, como la bella Carroza de las Ninfas, con varas de metal volteadas “a la francesa”. La caja tiene 8 ventanas de forma trapezoidal, subrayadas por una decoración de flores y hojas estilizadas.
La parte inferior de la caja está decorada con estrechas franjas verticales con motivos florales. Debajo de las ventanas, está decorado con medallones en grisalla y una greca de flores. Sobre la decoración original, se pintó a principios de siglo XX, sobre las puertas y paneles delantero y trasero, cuatro escenas infantiles en un jardín, con atuendos dieciochescos, representando a las hijas del Marqués de Llanera, quien compra la carroza, y a unos sobrinos, pertenecientes a la familia Zaforteza de Palma de Mallorca. La pintura fue realizada por Manuel García Más (1911†), rompiendo con la sobriedad y elegancia de la decoración original.
Las líneas rectas y la ligereza de la decoración y la estructura contrastan con el barroquismo de la Carroza de las Ninfas, y sitúan a esta carroza en el primer cuarto del siglo XIX.
Sólo salía tres veces al año a la calle, manejada por el Marqués
Esta carroza es un carruaje «muy especial porque hay pocas berlinas estilo Imperio en el mundo», subraya. Data de principios del siglo XIX, fue heredada por el Marqués de Llanera, que era coleccionista de carruajes, y la familia la donó en 1994 al Museo Nacional de Cerámica con sede en el Palacio del Marqués de Dos Aguas de Valencia.
La carroza de las ninfas del marqués de Dos Aguas fue diseñada y pintada por Hipólito Rovira y tallada por el escultor Ignacio Vergara en 1753. Tiene un programa iconográfico similar al de la portada de entrada del Palacio, alusivo al título de la Casa de Dos Aguas.
Formaba parte de la colección particular de carrozas que el Marqués de Llanera tenía en su casa palacio de la calle Santa Teresa de Valencia a principios del siglo XX y que heredó su hijo. Todos los carruajes de la colección desaparecieron en la Guerra Civil «excepto esta berlina que pudo conservarse porque fue tabicada en el interior de las caballerizas de la casa porque, además, era la que más valor sentimental tenía para la familia».
La carroza «solo salía de la casa del Marqués de Llanera tres días al año: el de San Vicente Ferrer, para el Comulgar de los Impedidos, trasladando al Arzobispo que repartía la Comunión entre las personas enfermas; en la procesión del Corpus, para trasladar ‘al Señor’ en la custodia; y día de la Asunción, el 15 de agosto».
Tal como relataron hace años las hijas del Marqués en sus memorias, los días en los que salía la carroza «eran días emocionantes y los preparativos para sacar la carroza comenzaban en la víspera con la preparación de los caballos a los que peinaba un peluquero que trenzaba las crines con cintas de seda con los colores de la casa, rojo y blanco».
«Otro peluquero peinaba las pelucas blancas de los cocheros, palafreneros y lacayos de la casa, que vestían con el traje antiguo de raso azul y botones de plata con escudo».
En la salida y entrada de la carroza, la gente aplaudía las maniobras
Además, «era manejada por el marqués Salvador Castillo, dada la dificultad de hacer la maniobra en una calle tan estrecha y poder girar rápidamente con seis caballos, que es lo que el protocolo exige para los Reyes». En la salida y entrada de la carroza, «la gente que se congregaba en la calle aplaudía la maniobra».
Vestido también con el traje antiguo, «el Marqués manejaba la berlina personalmente desde el pescante, y era el único que se responsabilizaba de sacar y meter la carroza en el patio de la casa».
La última vez que salió esta berlina, antes de ser donada al Museo Nacional de Cerámica, fue para ser usada por los Reyes en su visita a Valencia «por eso el Marqués de Llanera decía que en esta carroza sólo entraba el Rey del Cielo y el de la Tierra, refiriéndose a los monarcas».