La Iglesia celebra cada 13 de agosto la festividad litúrgica del beato Santiago Gapp, sacerdote austríaco de la Compañía de María, que fue decapitado en Berlín en 1943 tras ser localizado por la Gestapo en Valencia, a donde había huido perseguido por el régimen nazi. Su beatificación fue dada por el papa San Juan Pablo II en 1996.
Los religiosos marianistas celebrarán misas en su honor en sus comunidades, entre ellas en el colegio del Pilar, de Valencia, donde fue acogido y dio clases, y donde su figura ha sido presentada este curso a todos los alumnos de Bachillerato, “tanto en clase de Historia como en ejercicios espirituales, como modelo de fe”.
Gapp llegó a Valencia en 1941 y ejerció como capellán en el Colegio del Pilar donde dio clases de alemán y latín, ha añadido Salaverri, autor de la biografía “Santiago Gapp, pasión por la verdad frente al nazismo”.

Himmler: “Con un millón de Jakobs Gapp, pero nuestros, dominaríamos el mundo”
Jakob Gapp (o Santiago Gapp) nació en Wattens (Austria) en 1897 y, tras combatir en la Primera Guerra Mundial en el ejército austríaco, ingresó en la Compañía de María y fue ordenado sacerdote.
«…Jakop inició el noviciado en la Congregación de la Compañía de María, con cuatro compañeros más, el 29 de septiembre de 1920. El 27 de septiembre siguiente, Jakop hizo la profesión temporal y el 27 de agosto de 1925 emitió sus votos perpetuos.
Una vez ordenado presbítero el 5 de abril de 1930, en las homilías que hacía, valientes y audaces, Gapp denunciaba sin paliativos el racismo de Hitler, por lo que tuvo que huir de Austria…»
Huyó de su país perseguido por la Gestapo en 1939 “por sus contundentes críticas contra el racismo de Hitler, que plasmaba en sus homilías” y tras pasar por Burdeos llegó a Valencia en 1941.
«…Huyó de su país perseguido por la Gestapo en 1939 “por sus contundentes críticas contra el racismo de Hitler, que plasmaba en sus homilías”, según Salaverri, y tras pasar por Burdeos, P. Gapp llegó a Valencia el 14 de septiembre de 1941, para dar clases en el colegio El Pilar, de los religiosos marianistas, de donde fue profesor de latín y de alemán. También en Valencia, en sus homilías de les misas, criticaba duramente el nazismo, afirmando la incompatibilidad que había entre la ideología nazi y la fe cristiana.
Al P. Jakop, en medio del ambiente del nacionalcatolicismo de la España franquista, le parecía absurdo que «el pueblo español católico pudiese seguir ciegamente a la Alemania nacionalsocialista…».
Un año después, en 1942, dos jóvenes alemanes, que dijeron ser hermanos judíos perseguidos por los nazis, fueron al colegio del Pilar a pedirle ayuda “y estableció con ellos una sólida amistad e inclusó les preparó para el Bautismo”.
Días antes del Bautismo, Gapp fue invitado por los dos amigos a viajar con ellos a San Sebastián y desde allí, mediante engaños, le hicieron pasar a Hendaya, en Francia, donde fue apresado por la Gestapo, a la que pertenecían los dos falsos judíos.
Por último, fue conducido a París y luego a Berlín, donde hizo continua profesión de su fe mientras era interrogado, hasta que finalmente fue decapitado el 13 de agosto de 1943 tras ser condenado a muerte por un tribunal popular.
En una carta escrita a sus familiares desde la prisión berlinesa de Plötzensee, horas antes de su ejecución, Gapp les decía sus últimas palabras: “me han condenado a muerte el 2 de Julio, fiesta del Sagrado Corazón. Hoy será ejecutada la sentencia. A las 7 de la tarde, iré a casa de mi querido Salvador, a quien siempre amé fervientemente. ¡No os aflijáis por mí! Soy totalmente feliz. Naturalmente he tenido que pasar muchas horas penosas, pero he podido prepararme muy bien a la muerte. Tened ánimo, y soportadlo todo por amor a Dios, para que nos podamos volver a encontrar en el cielo”.
“Esta tarde me ejecutan, voy con mi Salvador, no os aflijáis por mi, soy totalmente feliz”
El caso de Gapp impresionó al propio Heinrich Himmler, máximo responsable de la Gestapo, que aseguró que con un millón de Jakobs Gapp, pero de nuestra ideología, dominaríamos el mundo.
En el proceso de beatificación del marianista fue clave el testimonio de uno de los torturadores nazis, el antiguo pastor protestante Karl Neuhaus, ante la Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano. Sus reliquias son hoy veneradas en Innsbruck.
Fuentes: AVAN y foto de portada de libertaddigital.com
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