- La Estación del Norte tuvo su inauguración en 1917.
Declarada Monumento Histórico Artístico en 1961 y catalogada desde 1983 como Bien de Interés Cultural, además de la consideración de “Estación Histórica” por parte de Adif, la Estación de Ferrocarriles de la Compañía del Norte, hoy Estación del Norte, es uno de los lugares más transitados a diario, y también de los más fotografiados, de Valencia, esto último, sobre todo, gracias a su fachada principal de estilo modernista.
Los elementos y motivos decorativos de su fachada, y también de su interior, dejan evidente y a la vista, al que pasa a diario, el gran amor que por entonces se le quiso dar a la estación durante su construcción, tanto con los motivos emblemáticos, regionalistas o modernistas. Paloma Mínguez Mate, en un trabajo de Grado en Hª del Arte, recalca que los motivos regionalistas aparecen tanto en el interior como en el exterior del edificio, hablando que la fachada tiene numerosas aplicaciones de cerámica de relieve, la flor de azahar, la hoja de naranjo o la rosa, siendo los motivos más repetidos, y que cubren superficies completas en los remates de las torres y en las enjutas de los arcos.
Nos habla que también están realizadas en relieve las guirnaldas de flores, motivo claramente inspirado en las coronas de laurel de la escuela vienesa. El color de la fachada, verde, naranja, rosa…, adquiere gran protagonismo y la naranja es su símbolo. Es el reflejo del gran auge que experimenta por entonces Valencia con la exportación de este cítrico; es pues el símbolo más adecuado del momento económico que vivía aquellos años la ciudad.
El nacimiento de esta estación fue, sin embargo, algo tardío a lo previsto por entonces, debido diversas dificultades de la época. Eso sí, una vez definido el proyecto, se tenía claro que la organización de la estación sería para dos usos diferentes e independientes: por un lado el destinado a trenes de mercancías y por otro a los de viajeros, que a su vez se organizaría en gran distancia y cercanías.

El nuevo proyecto contó con la primera propuesta en agosto de 1906 debida a la colaboración de Sanz con el joven arquitecto Demetrio Ribes Marco, que se venía formando en la Compañía en diversas obras en la madrileña estación de Príncipe Pío (a quien también se le debe el proyecto de los edificios de oficinas de Renfe en el Paseo del Rey de Madrid). La nueva estación del Norte vería el comienzo de sus obras el 2 de agosto de 1907 y se prolongarían hasta diez años más, inaugurándose el 8 de agosto de 1917.
Contaría con 15.476 m² frente a los escasos cinco mil de la antigua estación, destacando como premisa fundamental un grande y suntuoso edificio de viajeros con la fachada principal en la calle de Játiva. Sus delicadas formas geométricas evidencian el esfuerzo subyacente para que todos los objetos que constituyeran el entorno de la actividad humana fueran una obra de arte. De la mano del ingeniero Enrique Grasset en mayo de 1907, corrió el diseño de la cubierta o marquesina, una gran estructura metálica única sobre apoyos mínimos.
Sin embargo, como habéis podrido entrever en el párrafo anterior, esta Estación del Norte no sería la primera que hubo en la ciudad. En las cercanías de la actual estación se ubicó la antigua Estación del Norte, que en realidad su nombre real debería de ser, como la de ahora, «de Norte», en base al nombre de la compañía Caminos de Hierro y no porque esté en el Norte de Valencia o cualquier otra explicación. Esta estación fue bautizada, sin embargo, como Estación de San Francisco en sus inicios, debido a que por entonces el lugar donde estaba ubicada era la plaza de San Francisco (hoy del Ayuntamiento, aunque con algunos cambios sobre mapa). Aquella estación estaría ahora en la actual plaza del Ayuntamiento, sobre los edificios de la Telefónica y La Equitativa, colindantes uno con otro, llegando a ser, antes de su construcción, huertos y cementerio del antiguo y desaparecido Convento de San Francisco. Fue construida en el año 1851 por los ingenieros James Beatty y Domingo Cardenal Gandasegui.

Volviendo a la protagonista de nuestra historia, la Estación del Norte, cabe decir que no solo su fachada es objetivo de cientos de cámaras a diario. También lo es, aunque de manera más desapercibida, la antigua Cantina, hoy convertida en la preciosa Sala de los Mosaicos. Lo que muchos desconocen todavía es, quizás, que la mujer que se encuentra en el panel cerámico de la izquierda es Josefina Momblanch Llopis, cuñada del propio Demetrio Ribes Marco, arquitecto de la Estación del Norte.

Por suerte esta sala fue recuperada el 5 de julio de 2008, después de estar 20 años cerrada. Esta joya visual llena de paneles cerámicos con temática tradicional valenciana es obra del pintor y ceramista Gregorio Muñoz Dueñas, quien tuvo en su día la colaboración de Azulejos Antonio Bayarri Hermanos de Burjassot, también conocida como la fábrica «Valencia Industrial», una fábrica que fue pionera por aquel entonces en esmalte y cocción de cerámica.
Para que la sala volviera al estado del día de su inauguración, tuvo que pasar por un exhaustivo proceso de restauración que duró cuatro años, luciendo ahora en toda la plenitud todos sus colores y hermosura. El realce del artesanado es espectacular, las tallas de madera, la forja de los complementos, sus mosaicos pintados, cerámicas vidriadas y el trencadís convierten este espacio en un deleite para los sentidos.

Y qué decir de su construcción, una auténtica obra de arte que mientras duró su realización, en la vieja estación de San Francisco se hubo de mantener el servicio como terminal de viajeros. Por ello, y debido a que la única salida de las vías se veía invadida por el cuerpo central de la nueva construcción, hubieron de habilitarse dos vanos de fachada y la zona prevista para la recepción de equipajes del vestíbulo principal, para permitir sin interrupciones el tráfico ferroviario pasante, tal y como se muestra en la fotografía de 1915. (Madrid, Archivo RENFE).

Así pues, hasta que no fue inaugurada la nueva estación en 1917, los trenes continuarían su trayecto hasta finalizar en la antigua, con la curiosa particularidad de que dada la ubicación de la nueva en el mismo eje de dirección que marcaba la línea, atravesaban la fachada principal de la terminal por dos de sus puertas a la derecha (fotografía anterior), por lo que sería la primera estación que se conozca que antes de nacer ya recibía los trenes aunque estos pasasen de largo.
Tanto el precio del coste como los detalles de aquel día, una inauguración carente de lujos y solemnidad, se detallan en el siguiente recorte que hemos rescatado en el diario El Pueblo. Cabe decir que su apertura estaba prevista para fechas anteriores a aquel 8 de agosto de 1917, pero al igual que su construcción y nacimiento, tardía y con diversas dificultades de la época, la culpa del retraso de su inauguración fue debida a la huelga ferroviaria y la agitación social y política de la que vivía Valencia y España.

Por aquellos días, las constantes huelgas y reclamaciones retrasarían su inauguración, siendo uno de los motivos principales los despidos de una treintena de trabajadores de la Compañía del Norte en el paro del 19 de julio. Pero incluso después de la inauguración de aquellos días, el plato fuerte estaba por llegar. Justo poco después, el 13 de agosto, la Federación Nacional Ferroviaria proclamaba la 1ª huelga general revolucionaria de España, a la que se unían la CNT y UGT, como negativa por parte de la compañía ferroviaria a la readmisión de los despidos efectuados en julio. En aquel momento, incluso, se pide que se cree un Gobierno provisional que asuma los poderes ejecutivo y moderador, para preparar elecciones reales y que formen unas Cortes Constituyentes. El paro fue total en Valencia, extendiéndose a otras muchas ciudades de España. El día 14, justo un día después, el comité de huelga era detenido y encarcelado en prisiones militares.
Por cierto, además de ser la primera estación que se conozca que antes de nacer ya recibía los trenes, aunque estos pasasen de largo, esta estación merece también el título curioso de ser el primer edificio «expositor», aunque no fuera destinado para tal, en albergar la primera Feria Muestrario que se celebraba en España. Esta feria, instalada en el mes de mayo de 1917 en el vestíbulo de la todavía no inaugurada Estación del Norte, era la primera feria de este tipo que se celebraba en España, respondiendo a la iniciativa de José Grollo, presidente de la Unión Gremial valenciana. Como la feria no disponía de local propio para la celebración, se utilizó el vestíbulo de la estación, además de instalarse 148 expositores comerciales en los patios del desaparecido Colegio Imperial de Niños de San Vicente Ferrer, lugar donde hoy se levanta un Corte Inglés y que anteriormente fue Galerías Preciados, tal y como ya os contamos en nuestro artículo del primer orfanato del mundo.
La Estación, símbolo del modernismo en nuestra ciudad, no vivió un buen año para su inauguración sin duda alguna. 100 años más tarde, después de toda aquella austeridad en la inauguración, nuestra querida Estación del Norte es más grandiosa que nunca, por eso esperamos que cumpla muchos más.
Foto de portada y actuales:
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