Allá por 2014, Vicente Baydal escribió para Valencia Plaza un gran artículo sobre proyectos que pudieron haber cambiado Valencia. Uno de ellos, quizás el que más llamó nuestra atención ya por entonces, y lo sigue haciendo, fue el de «el Vaticano Valenciano», aunque no podemos desmerecer otros como el que pretendía usar el antiguo cauce del río Turia como autopista de 12 carriles (por suerte hoy convertido en un gran pulmón para la ciudad gracias a un gran movimiento que por entonces nació en aquella Valencia). Años antes, en 2011, José Payá también realizó otro artículo sobre proyectos urbanos que nunca se realizaron en Valencia.
Volviendo al tema del artículo, y centrándonos en el proyecto que nos corresponde, el llamado «Vaticano Valenciano» no era otra cosa que un proyecto de ampliación de la entonces Real Capilla, hoy conocida como Real Basílica de Nuestra Señora de los Santos Inocentes Mártires y Desamparados (dejémoslo en la «Basílica de la Virgen de los Desamparados», para abreviar).
El motivo de la proyección de esta gran obra no era otra cosa que el gran fervor que tenían ya por entonces los valencianos con la Geperudeta, sobre todo desde 1923, tal y como ya os contamos en nuestro artículo de la Coronación de la Mare de Déu dels Desamparats.
Por entonces, las calles de Valencia se llenaron de júbilo y devoción para honrar a la Mareta, acto al que acudieron sus majestades don Alfonso XIII y doña Victoria Eugenia, además del entonces alcalde Juan Artal (de reciente alcaldía), el nuevo Papa Pío XI (desde el 6 de febrero de 1922) y otros ilustres, que serían asistentes todos ellos, junto a los valencianos, del acto de proclamación canónica. Tal era el fervor que, para la ocasión, se anunciaba que una tienda de discos, Arturo March en calle Bisbe nº11, hoy calle peatonal por Pintor Sorolla, ponía en venta y en exclusiva, para el formato de entonces (el gramófono), el Himno Oficial de la Coronación de la Virgen de los Desamparados.

En cardenal Enrique Reig Casanova, que asistió a tan importante día como fue la Coronación, ya que por entonces era arzobispo de Valencia antes de ser nombrado Arzobispo de Toledo el mismo año, propuso la idea de ampliar la Real Capilla dada la gran exaltación de los valencianos. Cabe mencionar, sin embargo, que el 14 de diciembre de 1922 fue nombrado arzobispo de Valencia, por el Papa Pío XI, Prudencio Melo y Alcalde, aunque no tomó posesión hasta el 1 de junio de 1923.
Para dicha empresa, la cual continuó Prudencio Melo (entre muchos otros, como Lo Rat Penat, Las Provincias y decenas de personas e instituciones que quisieron colaborar de una forma u otra), se creó una Junta destinada a proponer una ampliación del templo de la Virgen, además de recaudar fondos y abrir un concurso público convocado en 1930 al que se presentaron un total de 10 proyectos. Dicha junta recibió el nombre de «Junta pro templo monumental a la Santísima Virgen de los Desamparados».
Se deduce de estas condiciones el deseo de conservar la Capilla actual, no tan sólo por su importancia artística, sino especialmente por continuar en ella el fervoroso culto a la Santísima Virgen tal como la tradición lo ha formado; dar al nuevo templo toda la amplitud y grandiosidad posible, para celebrar en su interior con espléndida magnificencia y gran muchedumbre de fieles el culto a la Venerada Imagen, y en su exterior, la monumentalidad que manifieste cuanto el pueblo valenciano ha querido y desea eternamente ofrendar a su excelsa Patrona».
Sobre la construcción de un nuevo templo monumental a la Virgen de los Desamparados, palabras de la «Junta pro templo monumental a la Santísima Virgen de los Desamparados«.
Sin embargo, a pesar de que siglos atrás ya hay propuestas de ampliación del templo, la que nos corresponde en la época venía dada por el que fuera presidente de Lo Rat Penat en 1922, Francesc Almarche Vázquez, haciendo suya la idea el cardenal Reig. Meses más tarde, en la Asamblea Regional Mariana se recogieron diferentes propuestas, como la levantar la Basílica en la Glorieta un templo en honor a San Pedro pero con ampliación hacia calle de la Harina, donde tal y como nos explican desde Las Provincias, se suman otras propuestas como las de Eduardo Gomis López, en la actual zona central de la plaza del Ayuntamiento, y la de Daniel Morell en la plaza de la Reina.
En dicho concurso se planteaba una solución arquitectónica para la construcción de un templo monumental para la Virgen de los Desamparados, donde además se pedía a los arquitectos que presentasen proyecto que fijasen el emplazamiento y superficie del solar además de decidir el estilo arquitectónico, la cifra del presupuesto y la colocación de la imagen de la Virgen, siempre a base esta última de estar dentro de la actual capilla.
Como apunte, antes de continuar, decir que el propio Prudencio Melo vivió la persecución religiosa iniciada al principio de la República o la gran quema y destrucción de iglesias durante la Guerra Civil española, además de ver morir a más de 300 sacerdotes de la archidiócesis de Valencia. Fue, además, quien supervisó la reconstrucción de las iglesias destrozadas en posguerra.
Volviendo al tema de la ampliación, el ganador del concurso público, ya en 1931, fue el arquitecto Vicente Traver Tomás, quien firmó el proyecto en diciembre de 1930 y otorgó a la nueva gran obra un presupuesto total de 8.384.00 pesetas, dato que hemos extraído de aquella época gracias a la revista «La Construcción moderna» del 15/4/1931, n.º 7. (40 páginas), donde se puede observar desde la página 13 a la 20 todos los detalles y descripción del templo que jamás llegó a construirse.

El templo, entre algunas de sus características, tenía una enorme cúpula con un gran parecido a la basílica papal de San Pedro del Vaticano, contando con más de 30 diámetros de longitud y una altura cercana a los 100 metros, además de disponer una torre campanario tal y como se puede apreciar en una de las siguientes imágenes, donde el propio Cimborrio de la Catedral o el Micalet hubieran quedado eclipsados por la monumental obra. Además, el templo, sobre el proyecto, tenía fachadas recayentes a la calle de la Harina, a la plaza de la Virgen y calle del Almudín, donde se prescindía de la recayente a la plaza de la Almoina, que se solucionaba de modo análogo a la del Almudín.




Y como hemos dicho anteriormente, el templo jamás llegó a realizarse. Todo fue porque con la llegada de la II República se paralizaron las gestiones y se quedó en el olvido dicha ampliación, debido, entre otras cosas, a la gran inversión que se requería y que, con el tiempo y con la llegada de la Guerra Civil, además de las posteriores penurias en tiempos de posguerra, todo aquello quedó en el olvido, siendo un proyecto más que nunca verán los valencianos. Hubo, sin embargo, un intento de llevar a cabo las obras en 1965 con el derribo de las de la calle de la Leña, las cuales lucieron un cartel que ponía «adquirida para la ampliación de la Basílica de la Virgen».
Por suerte, la historia quiso que el proyecto nunca se realizase, con el consiguiente beneficio de que años más tarde se paralizase el proyecto en los 80 por los descubrimientos de los restos romanos encontrados en la plaza de la Almoina gracias a las excavaciones arqueológicas que entre 1985 y 2005 realizó el Ayuntamiento de Valencia sobre el solar donde debía ubicarse el templo de la Virgen, lugar donde hoy en día se puede visitar el Museo de la Almoina.
Por cierto, recordaros que durante siglos ya se sabía de la existencia de más restos romanos gracias a lo ocurrido en el siglo XVII durante las excavaciones de la actual Basílica de la Virgen de los Desamparados, donde se encontraron numerosas lápidas y otras disposiciones romanas. Aquello no fue pura casualidad, tal y como ya os indicamos en nuestro artículo “en la huerta valenciana” o en lo que se puede encontrar en el libro de “Lithologia o Explicacion de las piedras y otras antigüedades halladas en las canjas que fe abrieron para los fundamentos de la Capilla de nueftra Señora de los Desamparados de Valencia”, del año 1653, obra de Joseph Vicente del Olmo. Esta obra nos relata que en las excavaciones iniciadas un 9 de abril de 1652, se cavan zanjas de hasta 16 palmos (más de 3 metros y medio de altura), porque al parecer la irregularidad del terreno así lo requería (o eso es lo que trató de explicar o “colarnos” el de Secretario del Santo Oficio de la Inquisición en su obra, Joseph Vicente del Olmo). Aquel lugar, la actual Basílica, ya fue sagrado cientos y cientos de años atrás, lugar donde los romanos construyen su Oppidum y el templo a Diana, el núcleo principal de Valentia, sobre el entorno de la actual Plaza de la Virgen y nuestra querida Catedral, donde anteriormente hubo culto edetano.
Para los más curiosos, decir que una obra que sí se llevo a cabo de Vicente Traver fue el Palacio Arzobispal, justo al lado de la Catedral de Valencia. El Palacio fue construido entre 1941 y 1946 sobre el antiguo edificio que que quedó en muy mal estado durante la Guerra Civil española a causa de un grave incendio, momento en el cual se perdieron cerca de 13.000 volumenes, el Archivo de la Curia y el Museo Diocesano con todas las obras de arte que se encontraban en su interior.

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