Con el extraño nombre de calle de las Brujas se conoció en el pasado a la que hoy se denomina calle de Angosta del Almudín, una lúgubre y estrecha vía, ahora no tan oscura, que ocupa la historia de nuestro artículo.
Valencia, que fue ciudad en el pasado donde la magia y la hechicería estuvieron presentes, seguramente albergaría un rincón en alguna de sus calles donde hechiceras, brujas o simplemente mujeres que practicaban la magia, podían hacerlo con seguridad o sin que fuesen perseguidas, aun a sabiendas que podrían ser acusadas, más que por brujería, por dispensar «metizines» (venenos) y ejercer de «fetilleres» (hechiceras), acusaciones y castigos que impuso la Inquisición a aquell@s que tenían poderes mágicos y los invocaban mediante palabras, hechizos o pócimas.
La historia de hoy, incluida en una de las rutas más mágicas de CaminArt, la ruta de Camins Màgics i Sobrenaturals, nos habla de un aquelarre de brujas y de la magia amatoria, muy presente en la Valencia antigua, además de ser una práctica perseguida, sobre todo, en los siglos XVI y XVII. Conjuros y hechizos para conseguir el amor imposible de algunos hombres, peticiones sobre todo de mujeres que carecían de dotes o falta de atractivo físico. Para quien no lo sepa, los aquelarres eran grupos de mujeres que se unían para crear hechizos, conjuros y maleficios para aquellas personas a las que acudían por sus servicios.
Una de esas historias documentadas fue la de Esperança Badía, quien acudió a las hechiceras en busca de un amor que no podía conseguir. Esperanza, huérfana a los 9 años, se casó con un hombre a los 13, de nombre Francesc M., que la dejó embarazada y la abandonó. Con el tiempo se enamoró de Andreu Berenguer, motivo por el cual recurrió a les fetilleres para solicitar ayuda con la magia amatoria.
El hechizo no funcionó, y al verse sola, con su hija, decidió unirse a quienes había recurrido para conseguir el amor. Con el tiempo, Esperança Badía consiguió ser una de las fetilleres más activas de aquel aquelarre, que no solo se dedicaban a la práctica de hechizos y conjuros amatorios, y otro tipo de magia, sino también a la asistencia de parturientas y personas que no podían permitirse un médico, entre otros motivos.

Pero como os podéis imaginar y hemos mencionado anteriormente, esta práctica, que fue muy perseguida en nuestra ciudad, le costaría muy caro a nuestra protagonista. Esperança Badía fue denunciada por su amiga y clienta, Esperança Coll, la cual acudió a la primera en busca de un hechizo para conseguir el amor de un hombre. Con su denuncia, terminó el anonimato del aquelarre de hechiceras, desencadenando más denuncias y arrestos por celos y personas que amaban al mismo hombre.
Aquello desencadenó en un auto de Fe de la Santa Inquisición en el año 1655, donde fueron procesados cerca de 40 reos por prácticas amatorias y otros motivos relacionados con la magia, de los cuales 31 eran mujeres. Algunas de ellas sufrieron peor destino: la muerte. Las hechiceras del aquelarre fueron torturadas con 100 azotes, algunas de ellas con 200 (100 en privado y otros 100 público en una plaza concurrida), además de ser expulsadas de Valencia, como en el caso de Esperança Badía, que fue desterrada durante 5 años.
¿Sería la calle de la que aquí hablamos en nuestro artículo, el lugar donde alguna hechicera o aquel aquelarre practicó la magia? Lo cierto es que la actual calle de Angosta del Almudín, según Orellana (Valencia Antigua y Moderna, Tomo I, pág. 660), recibió el nombre de “Estret del Almodi, un callizo que existe a las mismas espaldas del Almodin, y que arrimado a este edificio, corre de esquina a esquina; la causa de su renombre es muy patente”.

Hoy, esa calle que sigue junto al Almudín y con acceso desde calle del Salvador y/o plaza San Luis Beltrán con calle del Conde Olocau, sigue siendo una calle estrecha, pero ya hace tiempo que dejo de ser una calle oscura, nulamente iluminada y cerrada.
Y decimos cerrada porque Constantí Llombart habló de ella para señalar que así estuvo hasta 1862, puesto que hasta ese año, ambos accesos a esta calle, de un lado y otro, estaban cerrados mediante puertas de reja, los cuales impedían el paso al público de noche excepto a sus inquilinos, estando abiertas las puertas el resto del día.
Entendemos que las únicas personas que tendrían acceso de noche a, por ejemplo, el edificio que hoy marca el número 3 de esa calle y que fue construido en 1820 según catastro 6031305YJ2763A, serían los propios vecinos y el Sereno, figura ya desaparecida y nacida en Valencia que antiguamente encendía las farolas y vigilaba las calles de noche, encargado también de abrir los portales de las viviendas durante las horas nocturnas.
No sabemos realmente porque fue conocida como calle “de las Brujas” -no confundir con la plaza ciudad de Brujas, que debe su nombre a la ciudad-. Quizás, tal y como indica Salva Raga, por lo «lóbrega y nulamente iluminada que estaba», añadiendo además lo que hemos mencionado antes en lo de que «estuvo cerrada con puertas a un lado y a otro durante muchos años hasta que estas desaparecieron en el año 1862».
O quizás sería porque Valencia, que fue ciudad en el pasado donde la magia y la hechicería estuvieron presentes, seguramente albergaría un rincón en alguna de sus calles donde hechiceras, brujas o simplemente mujeres que practicaban la magia, podían hacerlo con seguridad o sin que fuesen perseguidas, aun a sabiendas que podrían ser acusadas, más que por brujería, por «metizines» (venenos) y «fetilleres» (hechiceras), acusaciones y castigos que impuso la Inquisición a aquell@s que tenían poderes mágicos y los invocaba mediante palabras, hechizos o pócimas.
Así que, como podéis deducir, no podemos certificar que esta fuera la calle donde aquel aquelarre hizo de las suyas. Lo que sí es seguro, además de verídico, es la historia de Esperança que os hemos contado, además de que Valencia fue una ciudad donde esta práctica, extendida, fue perseguida.
- La fotografía de portada es una pequeña porción de la interesante ruta de Camins Màgics de CaminArt en Halloween. Es una parte de la ruta teatralizada que se realiza el 31 de octubre en la que profesionales actrices de teatro, quienes posaron para la foto -lo cual agradecemos enormemente-, interpretaron la historia de un aquelarre del s.XVII en Valencia contándonos una interesante historia verídica.