En el Paseo de la Pechina, en el margen derecho del antiguo cauce del Turia y entre los puentes 9 de Octubre y Campanar (más concretamente frente a los viejos edificios de lo que es hoy el colegio 9 de Octubre, antiguamente los edificios que albergaban la antigua Cárcel de Mujeres, situada entre la Calle de Torres, el Paseo de la Pechina y el Callejón Patriques), se encuentra un curioso banco de piedra junto al pretil del río que puede pasar desapercibido totalmente.
Dicho banco, que en ocasiones ha estado abandonado y descuidado (donde incluso se han llegado a apreciar signos de actos vandálicos), hace honor a una de las instituciones más importantes que residieron en el antiguo Reino de Valencia: la Junta de Murs i Valls.

Este banco, según la tradición, servía de asiento a los magistrados de la prestigiosa “Junta de Murs i Valls” para que pudieran registrar el paso de la madera que desde el Alto Turia hacían descender los madereros (también conocidos en nuestra tierra como Ganxers) por el río para ir a parar al embarcadero cercano a la Puerta de los Serranos. De los gancheros nos habla muy bien dos artículos, uno de JOAN B. VIÑALS CEBRIÁ en Levante EMV y otro de ÓSCAR CALVÉ en Las Provincias.
Pero ¿qué era la ilustre “Junta de Murs i Valls”?
Para conocer los orígenes de esta institución tendríamos que trasladarnos al siglo XIII, donde podríamos decir que los precedentes de la Fàbrica vella de Murs i Valls se remontan al reinado de Jaume I, que cedió en 1269, por real privilegio 57, los fosos y murallas musulmanas a los cristianos de la ciudad de Valencia.
Ya en tiempos de Pedro el Ceremonioso (1336-1387), Valencia decidió liberarse del antiguo recinto amurallado islámico iniciando la construcción de uno nuevo, dando comienzo las obras en 1356 debido al rápido crecimiento demográfico de la ciudad (tanto intramuros como extramuros) y por las constantes revueltas de la Unión y las amenazas bélicas de Pedro el Cruel de Castilla.
A pesar de esto último, Valencia fue asolada un viernes 17 de agosto de 1358 por el llamado “golpe de agua”, un suceso recordado en los anales del Cap i Casal donde lluvias e inundaciones hicieron que el Turia arruinara puentes y derribara cerca de 1.000 casas, muriendo unas 400 personas.
A raíz de este suceso, Pedro el Ceremonioso creó un ilustre organismo anejo al municipio foral valenciano denominado “Junta de Murallas y Fosos” por Real Privilegio 88 del 24 de agosto del mismo año del suceso, el 1358.
El órgano contaba con poderes especiales separados del gobierno común aunque no sería hasta el 4 de agosto de 1406 cuando la Junta alcanzaría la madurez institucional mediante Sentencia Arbitral, estando compuesta por entonces desde aquel momento por tres “Obreros” (eclesiástico, militar y real), los seis Jurados, el Racional, el Síndico de la Ciudad y, desde 1602, el Obrero canónigo del Río.
El oficio en cuestión tenía una duración anual, que se iniciaba un 7 de marzo y terminaba el 6 de marzo del año siguiente, percibiendo una remuneración acorde según la época.
La importancia de la “Junta de Murs i Valls” en Valencia reside, en gran parte, en numerosos monumentos y el gran legado que todavía pervive, donde en gran parte de las obras públicas de la ciudad, podríamos decir, que participaron en su construcción. Ejemplos como las Torres de Quart que comenzaron obra en 1444 (costeadas por la Fábrica de Murs y Valls) o las Torres de Serranos, también costeadas éstas últimas por la institución que tras las revueltas de la Unión y de las guerras con Castilla, quiso embellecer la ciudad.
Fue un 6 de abril de 1392 cuando se pagó la piedra que, de orden de los jurados, se recogía en las calles y las casas, y se llevaba frente al Portal de los Serranos para levantarlo de nuevo, hasta marzo de 1398 que fue concluida, donde ya se pagó para limpiar escombros con las torres ya concluidas un 19 de marzo.
Pero su función no era meramente la de las obras públicas o monumentos de gran envergadura, ya que está institución tenía otras responsabilidades, como la de mantener, reparar y construir murallas, torres y puertas de la ciudad; la responsabilidad de los canales por donde circulaban las aguas fecales y restos de basuras de todo tipo, aprovechando las aguas de las distintas acequias que recorren la huerta; la construcción y mantenimiento de los caminos y puentes que se encontraban dentro del término municipal del Cap i Casal; o incluso el cobro de determinados impuestos o controlar el destino de los fondos recaudados.
Pero es que incluso la Junta se ocupaba también de:
- Participación, junto a otras instituciones, en organizaciones de corridas de toros, torneos y juegos de cañas del Mercado y de la antigua plaza de Predicadores.
- Aderezamiento urbano y colocación de luminarias nocturnas en fiestas extraordinarias (celebraciones de centenarios, canonizaciones, victorias bélicas, visitas de reyes, nupcias, etc.) y ordinarias, es decir, aquellas como las de San Vicente Mártir, San Vicente Ferrer, San Luis Bertrán, etcétera.
- Organización de duelos o lutos con motivo del fallecimiento de monarcas o miembros de la familia real.
Así pues, la institución era un órgano muy importante en la antigüedad en Valencia, llegando incluso a resistir la abolición de los Fueros de Valencia en el siglo XVIII.
De aquel Ilustre órgano nos quedan numerosos monumentos y recuerdos, como el conocido «Navío» o el banco de piedra que hemos visitado y que, curiosamente, dispone a ambos lados de una pechina (concha de almeja), además de encontrarse en su parte posterior una fecha: 1756.


Durante un largo tiempo dispuso de un grafiti, un acto vandálico sobre este banco histórico, algo que se eliminó a pesar de que podáis verlo en las siguientes imágenes (son para aportar y documentar el artículo). Es pan de cada día que observar actos parecidos, donde uno saca como conclusión el poco respeto hacia la cultura y memoria histórica que se tiene hoy en día, quizás por la ignorancia de desconocer que aquel lugar para sentarse, no es un lugar cualquiera.
Dígase, por último, que intentamos viajar en el tiempo para recordar lo que antaño pudo ser este lugar e intentar observar el antiguo cauce, pero unas obras cercanas, el tráfico y el constante ir y venir de peatones no nos dejaron disfrutar del lugar. Esperamos que algún día alguien ajeno a este artículo pueda gozar de este banco de piedra como se merece, sin pintadas y con un mínimo de respeto y cuidado.



Fuentes:
- Diccionario de historia medieval del Reino de Valencia , Tomo II (D-L), pág. 580, referente a “Murs i Valls), AQUÍ.
- La “Junta de Murs i Valls”. Historia de las obras públicas en la Valencia del Antiguo Régimen (Vicente Melió Uribe), AQUÍ.
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