Podríamos decir que Macastre es una población de agua y fuentes, aunque hay un rincón del agua que merece la visita por su pequeña belleza, sin desmerecer la Fuente Grande y la balsa con sus patos, la Fuente del Río o la Fuente de Santa Bárbara y el lavadero, entre otros.
Hablamos del pequeño paraje donde se sitúa el manantial de la Fuente del Bolot, resguardado por la ladera sur del Castillo de Macastre, uno de los rincones más queridos de los macastreros y de los “higueros”, adjetivo éste último que se utiliza para denominar a los veraneantes que visitan el pueblo en la época de los higos.
Si bien podríamos decir para muchos sería un rincón más, sin apenas atractivo, el lugar tiene un gran valor nostálgico para los de la zona, un rincón pascuero y veraniego que destaca por su frescura en verano gracias a la fuente y el arbolado que desprende aroma de pino, aportando el paraje, en definitiva, paz con su silencio que solamente es roto por el canto de los pájaros.
Destaca en este paraje, sobre todas las cosas, la fuente que da nombre y bienvenida a este pequeño rincón que hay situado al final de la avenida del Bolot, a la salida de la población en la Urbanización El Bolot, una fuente que dispone de azulejos cerámicos valencianos de 1925 de la fábrica de Leopoldo Mora de Manises.
También cabe destacar del lugar, junto a la fuente y a poco menos de un minuto y detrás de ésta, el rincón de Vicente, una pequeña cascada que ameniza con el sonido del rumor del agua al visitante aportando un bello toque junto a la pequeña área recreativa con pasarelas de madera.
Para aquellos que visitéis la población, no os olvidéis de recorrer sus calles, conocer la plaza de los Árboles, subir al castillo de Macastre por la calle de la subida al castillo o recorrer las fuentes antes mencionadas en el primer párrafo de este artículo.